Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad.
Robin Williams, nació el 21 de Julio de 1951 en Chicago, Illinois, EE.UU., fue el hijo único de la actriz Laura McLaurin , que le transmitió la vocación actoral, y Robert Williams alto ejecutivo de una empresa automotriz, que tenía que cambiar continuamente de lugar de residencia, dificultando que Robin hiciera amistades.
Tras graduarse en el instituto, los compañeros de un estudiante le votaron como el alumno con menos posibilidades de triunfar en la vida. Aquel jovencito se convertiría en uno de los mayores cómicos de todos los tiempos: Robin McLaurin Williams.

Cuando en la década de 1970, con poco menos de 20 años, comenzó a actuar para ganar algo de dinero como mimo a la salida de The Museum of Modern Art y a participar en clubes nocturnos con números de humor, se dio cuenta de que su pasión era actuar.
Williams reconocía abiertamente que consumía drogas y alcohol, aunque nunca lo hacía mientras estaba sobre el escenario. Sin embargo, de vez en cuando, sí que admitía haber actuado arrastrando la resaca del día anterior.
En poco tiempo se convirtió en uno de los actores más importantes de Hollywood, llegando a ganar un Óscar tras ser nominado 4 veces, ganar 6 Globos de Oro, tras haber sido nominado en 11 ocasiones y haber ganado 2 Emmy y 3 Grammy.
Pero si algo caracterizaba a Robin Williams, era su amor por los demás.
En 1995, un accidente de equitación dejaba parapléjico a Christopher Reeve, su mejor amigo y compañero de estudios de teatro. Una semana después, Williams irrumpió en su habitación disfrazado de médico afirmando que era un proctólogo ruso que le iba a realizar un examen rectal. Reeve contaba que esa fue la primera vez en la que se rió tras su accidente.

Pero además de animarle en su convalecencia, Williams pagó todos los gastos que no cubría su seguro.
Cuando Reeve murió, en 2004, Williams aseguró que había sido como perder a un hermano y que jamás se olvidaría del hombre que, tras su accidente, volvió a brillar y se convirtió en un símbolo para los demás.
Además, Steven Spielberg admite que tuvo que recibir ayuda psicológica para mantenerse cuerdo durante el rodaje de la Lista de Schindler y que no lo habría logrado sin el apoyo de Williams. El cómico le hacía una llamada diaria, en la que también participaba el resto del equipo, para hacerles reír y levantar su ánimo. Cuando lo conseguían, colgaban el teléfono sin despedirse y volvían al trabajo.
Robin Williams conocía el poder de la risa y sabía que no quita el dolor, aunque ayuda a superar los momentos difíciles. Y por eso la utilizaba como terapia.
Williams también tenía sus propias batallas en las que luchar, pero a él nadie le llamó para hacerle reír y evitar que se suicidaba el 11 de agosto de 2014 en su casa en Tiburón, California, EE.UU., al poco tiempo de empezar a notar los síntomas de la demencia con cuerpos de Lewy, un atroz síndrome degenerativo y progresivo del cerebro. Robin se casó 3 veces y tuvo 3 hijos.