Moruchada toledana de debilidad manifiesta, mal presentada, tediosas varas, borregada en noblona y descastada, de inválidas embestidas y dudosa procedencia brava. El sobrero cuarto de Zacarías Moreno, de escurrida estampa, tuvo mejor condición.
Castella, en su plomiza y mil veces recordada tauromaquia valentona dio un mitin de aplicación técnica y alardes ante un torete obediente, entre bostezos y broncas del respetable. Con el sobrero, se divirtió mucho en una faena de largometraje al estilo Ben-Hur. Hasta le pidieron la oreja.
Perera tuvo dos muertos en la arena. Abusó en el segundo y estuvo breve con susto en el quinto. Luque fue un prodigio técnico con el tercero que era objetor del Vietnam. Apabullante oficio ante un sexto claudicante.
Sinfonía de tres horas entre siestas y bostezos a plaza llena. Si las supuestas figuras solo son capaces de anunciarse con estos hierros de borreguil e inválido mazapán, deberían dar paso a toreros, como los de ayer, por ejemplo, capaces de enfrentarse a toros de verdad con seriedad y problemas. Su falta de ambición y excesiva comodidad va a terminar sacando a la gente de la plaza. Si no dan el paso, que cierren la oficina de comisionistas y mercaderes del toreo.