
Pablo Barrón. Suite Información.- Ahora que ya salio en casi toda la prensa nacional y alla donde mas o menos tiempo paso, ahora me toca hablar a mi…
Es difícil encontrar otro relato de Emilio José, que no sean sus vivencias extremas, sus juicios con lo peor de la sociedad y su animada vida sentimental. Toda la prensa, tiro de archivo y opino con certeza y rigurosidad. Pero hay otro Emilio, el de los que le llamábamos Emilio José, un reducido grupo de incondicionales que por distintos motivos lo echaremos de menos a diario…
Yo conocí a Emilio Rodríguez Menéndez, en su apogeo mediático y sentimental, un amigo común, me llevo a una de sus famosas fiestas, (que en aquel momento eran consideradas, por casi todos como las mejores fiestas privadas de Madrid), tras un periodo de reflexión, alguna pregunta y la confianza que Emilio tenia en el amigo común, pasaron unos días para que me llamara al Restaurante Jockey a decirme que ya estaba en su red de amigos, algo que hizo que raro era el año en que no coincidiéramos. Luego nuestras vidas se distanciaron, sobre todo por que fui yo el que deje de visitar Madrid con la regularidad habitual. En su intento de asesinato, me interese por su salud y el al estar totalmente recuperado insistió en vernos Jockey de nuevo, para agradecerme el interés. Ya no era el mismo Emilio, sus fiestas ya no eran iguales, ni tan asiduas ni tan preparadas, aunque quedaba mucho de aquella manera de entender la vida, devorándola, los años y los achaques ya habían comenzado. Volvimos a perder el contacto, se fue a Argentina, yo lo seguía como toda España, por la prensa. Cuando apareció en el programa Sálvame de Tele 5, quise saber más, me fue imposible localizarlo. Cuando compró la Cabecera de Ya, volvió a localizarme ( su oferta morirá conmigo).
Mi última estancia asidua en Madrid, (hace tres años aproximadamente) hizo que de nuevo nos encontrásemos. Ya del personaje mediático, no quedaba nada, su físico y su salud ya le estaban pasando factura, pronto me confesó su deterioro de salud su achaque definitivo. Solo mantenía el instinto innato por la abogacía, ya solo cogía lo que le apetecía y nuestros tardeos eran ya de recuerdos, muchas dudas que yo tenia se convirtieron en respuestas únicas definitivas. Estaba muy atento a mis necesidades, sus contactos que aún quedaban, pasaron a ser mis contactos. Seguía activo con tareas profesionales por desarrollar, desde bien temprano hasta cuando Madrid anochecía.
Nos despedimos al empezar el verano, tras una reunión que salvo por los pelos, su tumor ya estaba afectándole mucho. Yo me voy a mi amada Galicia, dijo que me visitaría, yo sin decírselo, supe que no sería posible, ya no estaba para viajes, había comenzado su deterioro cognitivo, raro era el día que no se caía en la calle o en su casa. Todo el verano de entradas y salidas del Hospital, y con él siempre su segunda mujer Viviana Gimeno, había vuelto sin hacer ruido, sin pedir nada a cambio, supongo que por cariño y por la certeza de que nadie aparecería. Los amigos desaparecen, a la familia no se le espera, solo Viviana y dos lugartenientes que no necesito nombrarlos, ellos ya se darán por aludidos. En septiembre lo vi en el Hospital, ya me informaron que no saldría, allí estaba Viviana, como siempre. No me reconoció ( luego supe que ese deterioro cognitivo agudo que ya tenía, le había borrado sus últimos recuerdos, solo conocía a Viviana y a sus dos lugartenientes. Empezaba el momento de la despedida. Que llegó un día que estábamos todos, con todos quería seguir haciendo cosas ( a eso le llaman la mejoría de la despedida, todos lo sabíamos). Emilio Rodríguez Menéndez se apagaba, y lo que es peor Emilio José también. Así fue el día de su cumpleaños en octubre de la mano de Viviana y algún te quiero se fue, ese genio, inteligente, loco, mujeriego, pendenciero, irónico, único, irrepetible, dicharachero, vacilón, amigo de sus amigos, incondicional, de una extraña pero entrañable forma de ser, personalidad única, que se devoró la vida , que la volvería a repetir si volviera a nacer. Con él se van algunos secretos que nadie conoce, si no como él me dijo una vez, “no serían secretos”. ¿Cuáles son esos secretos? Eso dependerá de la parte que de él conozcas y sobre todo si le llamabas Emilio, Emilio José o simplemente oíste hablar de él.


