- Dani Rodríguez adelantó a los baleares y Ohian Sancet hizo el empate en la segunda parte
- Nico Williams fue designado como el mejor del partido al final
Por Óscar López Canencia
El Athletic Club de Bilbao es el campeón de la Copa del Rey 2024. Cuarenta años después, el club de Ibagaine vuelve a levantar su trofeo más querido y rompe una maldición de finales perdidas que le perseguía en este siglo. Ha sido gracias a la victoria frente al RCD Mallorca por los penaltis. Amplía así su palmarés a 24 y podrá, por fin, salir la Gabarra por la ría.
El club bermellón, por su parte, deberá conformarse con una, la lograda en 2003, y un subcampeonato que no resta méritos a la competitividad mostrada durante el torneo. El técnico mexicano Javier Aguirre repite posición como en 2005 con Osasuna y se queda sin estrenar su palmarés personal, mientras que su homólogo Ernesto Valverde lo amplía con dos clubes distintos tras la Copa lograda con el FC Barcelona en 2018, a la vez que se resarce de sendas derrotas en 2015, al frente del Athletic y 2019, del Barça.
Se adelantó el Mallorca con un gol de Dani Rodríguez en la primera mitad, pero igualó Ohian Sancet en la segunda a pase de Nico Williams. El extremo izquierdo del Athletic fue designado como el mejor del partido al final. Tuvo ocasiones para evitar la tanda de penaltis, aunque finalmente premiaron su esfuerzo. No le tocó lanzar ningún penalti y el definitivo fue para Berenguer, pero en honor a la verdad cabe decir que solo les hizo falta lanzar cuatro, porque el Mallorca tuvo dos fallos que le lastraron. Los bermellones no tuvieron tanta suerte como en la semifinal contra la Real Sociedad.
En esta ocasión el esloveno Greif no pudo ser el héroe y no paro ninguno, cosa que sí le hizo Agirrezabala a Morlanes. Luego Radonjic la mandó por encima del larguero y eso lastró la tanda del Mallorca. Por su parte, los jugadores del Athletic mostraron sangre fría, empezando por Raúl García y siguiendo por Muniain, los dos más veteranos. Luego Mikel Vesga le puso suspense resbalándose, pero marcó. Cuando le llegó el turno a Berenguer y lo transformó, estalló el delirio en esa parte de la grada de La Cartuja. Se terminaba así un mal fario de cuatro décadas, que ni siquiera una avalancha de aficionados sin consecuencias graves pudo empañar.