Redacción Galicia. suiteinformación.- Con solo 15 años, la joven pontevedresa acaba de regresar de una competencia internacional de hiphop en Inglaterra, donde junto a su compañera Rita Álvarez se alzaron con el título de campeonas mundiales.
Entre los recuerdos más entrañables de la infancia de Sara Gato, destaca un video que la muestra, a sus tres años, moviéndose al ritmo de la música en la Feira Franca. «Es impresionante lo que se veía venir», comenta con orgullo su madre, Ana Gato. No es para menos, ya que Sara, quien está próxima a cumplir 16 años en octubre, ha vuelto recientemente de Blackpool, Inglaterra, donde junto a su compañera Rita Álvarez, se consagró campeona del mundo en la categoría de dúos de hiphop. «No esperábamos este resultado, fue una gran sorpresa», afirma Sara con una sonrisa.
Su camino en la danza comenzó a los nueve años, en la academia Fita Novás. «Quería algo diferente al ballet, algo con más energía», rememora Sara. Buscando seguir evolucionando, decidió trasladarse a DA Academy en Vigo, donde continúa perfeccionando su técnica. Eligió el hiphop porque, según ella, «es un estilo que te permite desconectar y fluir completamente con la música».
Para alcanzar el éxito en el Mundial, Sara y Rita dedicaron toda la temporada a trabajar en una coreografía que ellas mismas diseñaron. «Nuestros entrenadores suelen crear las coreografías grupales, pero en las categorías de solos y dúos, somos nosotras quienes las creamos», explica Sara. Esta creación personal da aún más valor a su triunfo, especialmente considerando que era su primer año como dúo. «Ya habíamos competido juntas durante la temporada, pero para el Mundial hicimos algunos ajustes para darle más intensidad». Sara cree que la clave de su victoria fue la conexión entre ambas: «Creo que lo que nos dio la victoria fue la unión y el disfrute compartido».
La experiencia en Blackpool es algo que Sara describe como «increíble, uno de los mejores viajes de mi vida». Lo que más resalta es haberlo vivido con su academia y amigos, y la oportunidad de conocer a talentosos bailarines de diferentes países que nunca había visto en persona.
Sin embargo, participar en un Mundial no es tarea fácil. Los días de competición son «bastante exigentes», según cuenta. Se levantan al amanecer y no regresan al hotel hasta después de doce horas intensas de competencia. A pesar del agotamiento, Sara considera que es «muy productivo, estás bailando todo el día y, cuando no lo haces, animas a tus compañeros».
El dúo de Sara y Rita avanzó con éxito ronda tras ronda hasta llegar a la final, donde competían siete parejas. Su número se mantuvo en secreto hasta el final. «Fueron anunciando los premios desde el séptimo lugar hacia arriba, y cuando quedó claro que el nuestro no había sido mencionado para el segundo puesto, supimos que éramos las ganadoras», relata Sara. «Fue toda una sorpresa», añade su madre, «especialmente porque había competidores de todo el mundo y este era su primer año como dúo».
Un futuro prometedor en el hiphop
Aunque algunos puedan pensar que su triunfo fue algo fortuito, la realidad es que detrás de este éxito hay mucho trabajo y dedicación. Ana, su madre, explica que Sara «entrena cinco horas al día, se despierta a las seis de la mañana para estudiar y ha renunciado a muchas cosas por su pasión por el baile». Para Sara, estos sacrificios no son un problema: «Cuando amas un deporte y disfrutas lo que haces, el sacrificio no pesa, renuncias a salir con amigos porque sabes que donde más disfrutas es en la pista de baile».
Con una carrera que parece no tener límites, Sara planea continuar entrenando intensamente el próximo año («incluso más, si es posible»), con el objetivo de repetir su éxito, aunque sea en una categoría más avanzada. Además, sueña con abrir su propia academia de danza y comenzar a enseñar dentro de unos cinco años. «En cinco años, me gustaría estar dando mis primeras clases», asegura.
Por ahora, Sara tiene claro que seguirá vinculada al baile urbano mientras completa sus estudios en el bachillerato científico. Y, mientras tanto, puede disfrutar del orgullo de ser una campeona mundial.