Retrocedan hasta el pasado 17 de enero de 2019 en Lima. Mucho ha cambiado la situación hasta hoy, pero “lo fácil habría sido retirarse”. Y en lugar de ello, Carlos Sainz prefirió continuar en carrera a pesar de todos los contratiempos que vivió junto a un Mini que consiguió llevar hasta la meta para terminar por sexta ocasión como orgulloso finisher del Dakar. En esta ocasión será diferente, pues el madrileño ya no opta a ese galardón el próximo 15 de enero en Dammam, pero al menos sí mantendrá intacta esa actitud que le acabó dando la última victoria de aquella edición. Le guio el talento y por supuesto un orgullo propio de los grandes campeones, que en el día de hoy le tuvo hasta siete horas en medio del desierto intentando solucionar los daños de un Audi que quedó destrozado.
Por aquel entonces, cuando el Dakar todavía se disputaba en territorio sudamericano, la reparación fue menos costosa pero el trabajo comenzó de manera similar. Sainz cayó en una zanja y se rompió la suspensión del Mini haciéndole perder todas sus opciones de triunfo. En esta ocasión fue una duna cortada la que dejó destrozado un prototipo híbrido, del que también llegó a preocupar la salud de la batería, que tras asumir el impacto se recuperó por completo. Intentaron ponerlo todo a tono hasta el final, pero la realidad llevó a Carlos y Lucas a regresar hasta el campamento sin pasar por la línea de meta. Lo que supone que su objetivo se convertirá en ganar etapas (como ya ocurrió en la primera) a partir de ahora como reconoció el director de Audi Sport, Rolf Milch, ya que continuarán en carrera reenganchados.
Pese a que lo que busca Sainz en general y Audi en particular quedó bastante claro, no hubo más explicaciones al respecto cuando el madrileño llegó al vivac pasadas las 20:20 de la tarde (hora española). Una vez que Carlos bajó del coche escucharon atentos los ingenieros y creadores del prototipo híbrido y tras el briefing, se pusieron manos a la obra para tener listo antes de las 3:00 de la madrugada en España el coche para competir. No quieren perder ni un día, incluso a sabiendas de que la meteorología ha convertido las etapas 7 y 8 en una semi maratón, donde solo habrá dos horas para ver cómo rinde un Audi reparado, del que no cambiará nada en su interior. Porque a bordo lleva tres Touaregs que todavía pueden despedirse con buen sabor de boca. Recuerden Perú, es el ejemplo más claro.