Nuestra vida gira en torno a dos órganos fundamentales: el cerebro y el corazón. Y para un deportista, los dos tienen una importancia crucial, pero la potencia cardiaca de un atleta es la que determina en gran medida su capacidad de materializar su esfuerzo y transformarlo en éxito. En el pasado, a los pilotos motociclistas no se les podía englobar bajo la denominación de atletas, que es el grupo en el que agrupamos a los deportistas profesionales, pero la creciente exigencia del deporte motociclista en general y de MotoGP en particular, han transformado el perfil del piloto, hasta convertirlo en un verdadero atleta.
Ahora, si pusiéramos a un piloto de MotoGP a practicar otro deporte, su rendimiento sería igualmente excelente porque su preparación física es extraordinariamente exigente, llegando a un rendimiento cardiaco que prácticamente se sale de los parámetros de un ser humano.
El paulatino incremento de prestaciones de las MotoGP obliga a los pilotos a contar con una forma física excepcional. La clave de todo es el trabajo que potencia el ritmo cardíaco de los pilotos, para que el corazón sea capaz de bombear a una cadencia muy elevada cuando sea requerido. Desde hace unos años, la organización de MotoGP ha empezado a monitorizar el ritmo cardiaco de algunos pilotos en determinados momentos, para mostrar el nivel de esfuerzo al que tienen que rendir.
Por lo general, en los momentos álgidos del fin de semana, durante las sesiones de clasificación o en carrera, se alcanza el ritmo cardíaco más elevado, en torno a las 160 o 170 pulsaciones por minuto, aunque también hemos descubierto casos de pilotos con un rendimiento cardiaco extremo, ya sea por su bajo ritmo de trabajo, como era el caso de Maverick Viñales, que no se acercaba a ese ritmo cardiaco medio, superando apenas las 130 pulsaciones, o el de Jorge Martín, justo en el extremo opuesto, rozando las 200 pulsaciones por minuto.
En buena medida, estos picos, por arriba o por debajo de ese ritmo medio, dependen de la situación en la que se encuentre el piloto, porque, por lo general, cuando se encuentra en una situación confortable y relajada, el ritmo se mantiene e incluso puede descender, pero al llegar el estrés, por cualquier circunstancia, por ejemplo por un incidente que le lleva a estar al borde de la caída o la angustia de una mala clasificación que le dejaría fuera de la deseada sesión Q2, el piloto exige más a su físico y a su corazón, y las pulsaciones se disparan.
Corazón de acero: deportes y ejercicios que ayudan a mejorar la resistencia física de los pilotos
La clave de todo reside en la resistencia física. Los pilotos se preparan a conciencia para no ser solo fuertes, sino resistentes. La preparación muscular es clave cuando se manejan motos de casi 160 kilos de peso y casi 280 CV de potencia, por eso tanto la potencia física como la flexibilidad son fundamentales.
Dejando a un lado el trabajo de gimnasio y los ejercicios específicos de pesas y diferentes cargas, la práctica de actividades como el running o el ciclismo potencia la fortaleza cardiaca. Precisamente ahora, durante el parón invernal, después de un breve periodo de relax y desconexión, los pilotos inician su preparación física a base de mucho trabajo de ‘cardio’, y es un momento esencial en la pretemporada porque una buena o una deficiente preparación física pueden determinar el rendimiento del piloto una vez que empiece la competición, porque el número de carreras se ha incrementado en el calendario de 2023 de tal modo que ha reducido mucho el tiempo disponible para cuidar la preparación física entre un Gran Premio y el siguiente.
El ciclismo permite un desarrollo de ejercicios cardiopulmonares a diferentes frecuencias, acostumbrando al organismo a regular el ritmo cardiaco de acorde con una exigencia que varía en determinados momentos de las carreras. El inicio de una carrera, por ejemplo, aúna la tensión inicial con la determinación en momentos concretos en los que se define una carrera, para después pasar por un periodo valle, en el que todo se estabiliza y el piloto se reserva para el desenlace final, cuando el corazón se verá sometido de nuevo a una elevada exigencia.
En ciclismo, la variedad de recorrido ayuda a trabajar esos cambios de frecuencia cardíaca, combinando tramos llanos en los que el ritmo cardiaco es estable y contribuye a potenciar la resistencia, con los exigentes puertos de montaña, donde se hace necesaria una frecuencia cardiaca más elevada.
Correr también es muy positivo para alcanzar un elevado ritmo cardíaco sobre la moto. Algunos preparadores físicos incluyen sesiones de running de 10 kilómetros a alto ritmo para acostumbrar al organismo al ritmo cardiaco que se le va a exigir sobre la moto. Incluso en algunos casos se llega a practicar deportes extremos en el plano físico como es la apnea, porque en determinadas situaciones de carrera el piloto llega a dejar de respirar y esa falta de aporte de oxígeno puede llegar a afectar a la respuesta de la musculatura. Por eso el trabajo en apnea permite al organismo aprender a responder con un bajo aporte de oxígeno, aunque es una forma de trabajar el físico un tanto extrema.