Manuel Recio Abad. suiteinformación.– El contrato social obliga a que las personas que viven juntas en la sociedad, deban respetar el contenido de un acuerdo que establece las reglas del comportamiento moral y político. Nace esta teoría en 1762 de la mano de Rousseau y viene a exponer que el individuo que vive en sociedad, cede una parte de su libertad natural, controlándose ante todo aquello que le tienta y atrae, a cambio de obtener su libertad civil y el derecho a ser respetada la propiedad de todo cuanto posee. Estamos ante uno de los pilares de la democracia moderna. Sin esa renuncia individual al ejercicio del libre albedrío, no hay compensación posible.
Es esta una creación del liberalismo, porque liberales fueron sus creadores y de quienes implantaron la democracia enfrentándose al concepto absolutista del poder que las monarquías europeas imponían desde hacía siglos.
La democracia no es un invento social comunista, como ahora quieren dar a entender, después de haber intentado aniquilarla con su ideal revolucionario marxista de la dictadura del proletariado, que no es más que un genial invento para que unos pocos vivan como dioses a costa del pueblo, la clase obrera, como ellos dieron en llamar a los camaradas.
No me canso de repetir que el Nationalsozialismus alemán y el fascismo de izquierda italiano son dos variedades nacidas en el más puro seno socialista. Esto está recogido en los manuales de Ciencia Política. Ambos derivaron a partidos de extrema derecha totalitarios al entender que los ideales revolucionarios del marxismo no les eran útiles para expandir sus fronteras en el insaciable afán de conquista de sus visionarios líderes Adolf Hitler y Benito Mussolini. La historia está para leerla cien veces si es necesario.
En la actualidad esa forma de usurpación de poder desde el socialismo se conoce como Chavismo Bolivariano, que nace en Venezuela de la mano de otro militar de jeta amplia y pocos escrúpulos, llamado Hugo Chávez Frías, al que sucedió, cuál monarquía absolutista, el inamovible Nicolás Maduro, Moros por mamá al cual admira y venera el expresidente español de infausta memoria José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha aprendido en varios cursos rápidos esa forma sibilina y antidemocrática de hacerse, mantenerse y disfrutar del poder riéndose a carcajadas de todos y controlando las instituciones como si de un juego de Monopoly se tratara. Negar la alternancia en el poder acusando de extrema derecha a la oposición, intentando amedrentar al electorado, ha sido la primera lección impartida por el ayatolá Rodríguez Zapatero en su madrasa o medersa española, donde los políticos sanchistas aprenden a recitar verso a verso el libro del Corán bolivariano.
Tras la negación de la alternancia en el poder, sin lo cual la democracia no es posible ,la segunda clase está dedicada al abuso de poder. Para ello es fundamental partir del concepto de tratar al conjunto del pueblo español como tontos, contando para ello con la inestimable colaboración de los medios de comunicación que a través del previo y anual engrase a cargo de los presupuestos generales del Estado, administran las noticias que desde el poder se le impone. Con esta técnica el abuso de poder se suaviza, se explica y se introduce en forma de supositorio en las cabezas bien pensantes de un país que aún no termina de creerse lo que está ocurriendo y sus nefastas consecuencias.
Los actos arbitrarios tipifican el delito de abuso de autoridad y es eso precisamente lo que se está dando actualmente de la mano de un ministro de asuntos exteriores carente de nivel, además de altura en todos los sentidos y que trata de convertir en un conflicto diplomático entre España y la República Argentina una afirmación de su presidente sobre la señora de Sánchez, sin nombrarla. Para ello el señor ministro de exteriores, José Manuel Albares, Bueno por mamá, sin hacer honor a su segundo apellido y sin importarle hacer el ridículo más espantoso jamás visto en un miembro de la carrera diplomática, no duda en mantener que el liberal Milei ha atacado ni más ni menos que a la soberanía española, con un ataque frontal a nuestra democracia, nuestras instituciones y a España. ¿Alguien da más?
Otra característica fundamental del chavismo implantado en España es la tergiversación de la crítica al poder. En esto el sanchismo ha desarrollado una nueva técnica distinta a la utilizada por los dirigentes venezolanos. Si, porque Pedro Sánchez intenta dar pena, lastima, a veces lloriquea incluso, poniendo cara forzada de miedo insuperable, de insufrible dolor, cuando se le critica y trata de explicarlo como un injusto ataque, no ya a su personal y arbitraria forma de gobernar, sino a España.
Habla de lodo informativo, pidiéndole incluso a las empresas «un paso adelante» en defensa de la democracia, tras los ataques del presidente Javier Milei, que exclusivamente dirigió a su maniquea y abusiva forma de gobernar y al presunto delito de tráfico de influencias cometido por su santa. A todo esto con respeto, sutileza y elegancia, sin nombrarla. Piel fina la de esta hornada de socialistas bolivarianos que pretenden confundir su público con la Patria, su gobierno con las instituciones del Estado, lo que es de todos españoles, con su cortijo privado y la hacienda pública con su cuenta corriente particular, abierta en un banco al que no cesa de pedir prestado, aumentando sin control una deuda pública que arruinará a las próximas generaciones, pues cada español que nace llega al mundo debiendo 30.000 €, cuando aún ni siquiera ha arrancado a respirar.
No creo que haya un español que no sepa y sea consciente de todo lo que hasta aquí he referido. Los venezolanos nos observan atónitos. ¿A qué esperamos?