Xavi Altamirano. Suite Información. La prostitución, con todos los debates que despierta, está muy por encima de muchas actitudes políticas que vemos hoy en día. Se trata de una realidad histórica, más lógica y ética que el comportamiento que el imbécil de Pedro Sánchez tiene hacia los españoles.
Que esta mañana salgas en declaración institucional hablando de los asesinatos de niños en Gaza, todos sabemos que es una cortina de humo para entretener a los medios dos días antes de que la «madame» que tienes en tu casa — como hoy nos cuenta Paco de Narváez en la entrevista para El Español — se tenga que sentar frente al Juez Peinado a dar cuentas de esas cositas que ocurren, cuando a una «madame» le das poder y le pones una secretaria. Se ha dedicado a buscar dinero, al igual que lo hacía regentando el prostíbulo de tu suegro. Los terribles asesinatos de Gaza, también se producían este mes de Agosto, mientras tu cerrabas el trafico marítimo delante del palacete que no debes utilizar, donde tu familia se remojaba los pies en las piscinas, y tu no diste ninguna declaración institucional sobre nada.
Hablar de abolir la prostitución es una gilipollez. Esta práctica, a la que con frecuencia se le atribuye ser la más antigua del mundo, tiene sus orígenes documentados en civilizaciones como la Sumeria y la Babilónica, donde ya existía una forma de prostitución sagrada vinculada al intercambio de sexo por bienes. Más tarde, los romanos la institucionalizaron en locales públicos destinados a todas sus variantes, como los de tu suegro, donde curraba de «madame» Begoña.
El problema no está en la existencia de la prostitución, sino en cómo se utiliza políticamente. Mientras se habla de abolición, la trata de personas —que sí es una tragedia real— debería ser el foco central. Las medidas necesarias ya se conocen, están clarísimas: reforzar a los cuerpos de seguridad para perseguir a proxenetas relacionados con las mafias, y dotar a los servicios sociales de recursos suficientes para acoger y reinsertar a las «víctimas» ,no a las que la ejerciten libremente.
Eso es lo que necesita acción inmediata, sin cortinas de humo ni discursos de ocasión.
Resulta incoherente que se permita a una joven de 16 años decidir sobre su propio cuerpo sin el consentimiento de los padres para interrumpir un embarazo, y al mismo tiempo se pretenda prohibir que una persona adulta disponga de su cuerpo a cambio de una compensación económica. Esa contradicción revela un uso político del tema más que un verdadero interés por resolverlo.
Lo que de verdad necesita este país es seriedad, coherencia y voluntad de abordar los problemas sin manipularlos para la confrontación. Las prohibiciones generalistas no solucionan nada, y mucho menos, en estas manos.
Personalmente, sigo manteniendo un optimismo obstinado en que surja una alternativa política distinta, capaz de plantear soluciones reales. Tras comprobar de cerca que formaciones como Vox reproducen las mismas dinámicas de los partidos tradicionales, que vienen a llevárselo calentito, miro con interés —aunque con cautela— la aparición de propuestas como la de Miriam González y su proyecto España Mejor.
La pongo en cuarentena y observación, ante la insinuación de formar partido político
¡Y tú Pedro! imbécil, desaparece de nuestra vista, que te has cargado un partido que le hace mucha falta a este país