
Manuel Recio Abad. Suite Información.- El acoso es un comportamiento de persecución y hostigamiento reiterado y sin justificación que crea un entorno intimidatorio, hostil, degradante u ofensivo para una persona. Así lo define la Real Academia Española de la Lengua. Y es que hay lenguas que matan. Proviene del término latino “cursus”, que significa carrera. Se utilizaba en las referencias a la caza de animales cuando se les perseguía sin descanso hasta ser abatidos.
El acoso es consustancial para algunos especímenes de la especie humana. ¿Quién no se ha sentido acosado por un probo funcionario de la Agencia Tributaria o de la Recaudación Ejecutiva de la Seguridad Social? ¿Qué mujer en determinado momento no ha sufrido esa presión incómoda e insistente de un Don Juan de pacotilla empeñado en saciar con ella sus instintos y efluvios amorosos?
El acoso escolar es un fenómeno que continúa afectando a miles de estudiantes en España, generando un impacto profundo en la vida de los jóvenes y en los colegios.
A pesar de ser un tema ampliamente discutido, la falta de acción efectiva en muchos centros escolares plantea serias preguntas sobre la gestión y la responsabilidad de los educadores.
Aproximadamente el 6,5% del alumnado sufre acoso escolar de forma frecuente, mientras que el 15,8% ha sido víctima de acoso por otros compañeros al menos varias veces al mes.
Un 12,3% del alumnado expresa haber experimentado tanto acoso escolar presencial como ciberbullying, lo cual evidencia la enorme complejidad del problema. También ha habido un aumento del 8,7% en casos de violencia física en el entorno escolar.
¿Por Qué No se Reconoce el Acoso Escolar?
Los responsables de los centros temen que admitir la existencia de acoso dañe la imagen de la institución, lo que puede afectar a su matrícula y prestigio.
A esto habría que añadir que muchos educadores carecen de la capacitación necesaria para identificar y hacer frente al acoso, lo que da como resultado una patente y lacerante subestimación del problema. Es entonces cuando eligen mirar hacia otro lado, incluso negando lo evidente.
Existe, por si fuera poco, una tendencia a culpar del fenómeno a los padres o a los propios estudiantes, argumentando que la responsabilidad no recae en el centro educativo.
Lo peor del caso es que en muchas ocasiones, los propios centros no tienen protocolos claros para actuar ante situaciones de acoso y esto hace imposible su erradicación.
La falta de acción frente al acoso escolar tiene consecuencias muy graves. Las víctimas de acoso sufren ansiedad, depresión y baja autoestima y esto afecta no sólo a su rendimiento académico, sino también a todos los órdenes de su vida. Terminan por no querer vivir.
La negación y el silencio sobre el acoso crean un ambiente hostil dentro del centro y ello afecta a todos los estudiantes.
El acoso puede llevar a muchos jóvenes a plantearse el abandono de sus estudios. Lo perciben como un problema sin solución posible, cuando eso es absolutamente incierto si se actúa como es debido. Para ello es imprescindible implementar programas que enseñen a los estudiantes sobre el respeto al prójimo y aprender a ponerse en el lugar del acosado, es decir, ser empáticos.
Identificar y abordar el acoso de manera inmediata para evitar que se agrave es fundamental, pero no suele ser lo más común. Es necesario crear espacios seguros donde los estudiantes puedan expresar sus preocupaciones sin miedo a represalias, así como canales de denuncia anónima adecuados, además de implementar sistemas de cumplimiento normativo ( Compliance)para la dirección y todo el cuadro de profesores.
El acoso escolar en España es un problema gravísimo y requiere de atención inmediata. La renuente e increíble negación por parte de los responsables educativos de la existencia de acoso, cuando este es evidente, solo sirve para perpetuar el sufrimiento de las víctimas y crear un entorno escolar insufrible.
El pasado martes día 14 de octubre Sandra Peña con tan sólo 14 años de edad, decidió poner fin a su calvario personal. En 2024 se registraron 76 suicidios entre jóvenes menores de 19 años, 13 más que el curso anterior. Muchos, demasiados. Bajan los suicidios de adultos y aumentan los de adolescentes. Algo está fallando.
Ahora se estará a la búsqueda de responsables y culpables, pero ya es tarde para Sandra pues nunca podrá reintegrarse a esa vida a la que tenia derecho a disfrutar y que ella misma se negó por acudir a diario a cumplir con su obligación de aprender en su colegio de las Irlandesas del Loreto. Según el relato del portavoz de la familia, fueron tres compañeras las responsables del acoso que sufría Sandra desde el segundo trimestre del curso 2024-2025. La madre de esta chica alegre y feliz ya lo había advertido en varias ocasiones a la dirección del centro. Pero no se pusieron en marcha los protocolos obligatorios.
Se depurarán responsabilidades, castigándose ejemplarmente a las compañeras acosadoras, se arbitrarán nuevas medidas correctoras e impartirán cursos de concienciación a los alumnos, pero Sandra no volverá e esbozar una sonrisa porque los miedos y silencios cómplices se lo impidieron para siempre.


