M. Recio. suiteinformación.- Los recuerdos de la niñez permanecen inalterables con el paso de los años. Da igual la edad que se tenga, si se disfruta de buena salud mental; los momentos vividos anteriores a alcanzar la mayoría de edad permanecen prácticamente intactos en nuestro cerebro.
Recuerdo, siendo niño, los veranos familiares pasados en la playa de Mazagón, término municipal de Moguer. La costa atlántica de Huelva es la única que conserva aún, kilómetros de playas vírgenes y en los años sesenta nuestro lugar de veraneo, Mazagón, se integraba en esa virginidad.
Cuando había marejada disfrutábamos con el oleaje en baños eternos. Esos si que eran Tsunamis, olas que al romper te tragaban como si fueras una hoja, para acto seguido tirarte a la arena como un despojo.
De mayor me ha tocado vivir sin disfrute de una nueva oleada, esta vez política, conocida por Tsunami Democratic. Este movimiento independentista catalán hace sus primeros pinitos en 2019, dicen que impulsado por la sociedad civil de las cuatro provincias que conforman esa autonomía. Lo dudo.
Da olor a inversión de fondos captados por la aplicación del 3% a cambio de adjudicaciones de la Generalidad a empresas del Ibex. Aromas de Pujol y esencia de Mas, colonia Puigdemont y perfume de Junqueras. La lista no es corta pero para no aburrir omito otras fragancias. Los del tsunami político se quieren ir de rositas. Quieren hablar con el amigo que les quita las multas. Pero tirar un adoquín desde una azotea a un policía y casi matarle no está penado con una simple multa.
Es aquí cuando aparece en escena un juez de los de verdad. Su señoría los tiene bien puestos y por lo que se ve en la fotografía de portada del diario ABC, los tiene muy grandes, como los de dos yemas.
El magistrado está cumpliendo con su función, interpretando y aplicando la ley en vigor. No se puede tratar a un terrorista como a un repartidor de pan.
¿Volvemos a la selva?
¿Leyes para unos pocos pero no para la mayoría restante?
La gravedad de los hechos hace que queden fuera de la ley de amnistía, de futuro y nacimiento inciertos. Los japoneses son maestros en predecir este tipo de fenómeno acuoso. En España al parecer tendremos que habituarnos a hacerlo con tsunamis de los que dejan las calles secas pero llenas de ladrillos, piedras y adoquines en manos de “buenos chicos” sin ánimo terrorista ni responsabilidad por elevación.
Me quedo con las súper olas de Mazagón.