Manuel Recio Abad. Suite Información.- En los últimos meses, Andalucía ha enfrentado una crisis significativa en el programa de mamografías y ello ha suscitado un intenso debate sobre la responsabilidad política y administrativa. La Junta de Andalucía ha admitido retrasos graves en el diagnóstico de cáncer de mama, con algunas mujeres esperando más de dos años para recibir resultados.
El Servicio Andaluz de Salud (SAS) envía anualmente medio millón de cartas a mujeres de entre 49 y 71 años para realizar mamografías como parte de un programa de cribado. Sin embargo, recientes informes indican que más de 300,000 mamografías fueron derivadas a la sanidad privada debido a la incapacidad del sistema público para gestionar la demanda.
Los errores en la comunicación de resultados han sido alarmantes. ¿Dónde se ha producido este fallo clamoroso?. En algunos casos, un número importante de pacientes no han sido notificadas a tiempo sobre resultados positivos, permitiendo que sus condiciones físicas se agraven. Un estudio reveló que el 90% de los errores en el cribado se concentraron en el Hospital Virgen del Rocío, lo que ha generado una gravísima crisis de confianza en el sistema sanitario.
Cabría hacerse una pregunta: ¿Ha sido responsabilidad de políticos o de funcionarios?.
La gestión del SAS ha sido criticada por su ineficiencia en la comunicación y seguimiento de los casos. Los funcionarios encargados de gestionar el programa parecen haber fallado en su deber de asegurar que los resultados llegasen a las pacientes de manera oportuna.
Los políticos, por su parte, son responsables de proporcionar los recursos necesarios y establecer políticas efectivas de control. La reducción de la inversión en infraestructura y personal ha contribuido indiscutiblemente a la crisis. Además, la Junta ha tardado demasiado tiempo en reconocer la gravedad del problema, lo que ha llevado a crear una mayor angustia en las pacientes.
Las consecuencias de esta crisis son profundas, pues muchas mujeres han experimentado ansiedad y preocupación, afectando a su bienestar emocional y físico. Las organizaciones de pacientes han exigido respuestas y reformas urgentes en el sistema de salud.
La crisis de las mamografías en Andalucía pone de manifiesto la existencia de fallos tanto en la administración pública como en la política de salud. Para restaurar la confianza en el sistema, es crucial que se tomen medidas inmediatas y efectivas. La responsabilidad recae en ambos lados: los funcionarios deben mejorar la gestión y los políticos deben asegurar que se asignen los recursos necesarios para evitar que situaciones como esta se repitan.
¿Pero es posible que se haya producido un silencio cómplice funcionarial?. La crisis en el programa de mamografías en Andalucía ha suscitado no solo preocupaciones sobre la gestión sanitaria, sino también interrogantes sobre la posible intencionalidad de silenciar el problema. Algunos voces críticas sugieren que la administración, compuesta en gran parte por funcionarios con ideología socialista, podría estar tratando de minimizar la magnitud del asunto ante las altas instancias de responsabilidad política.
La ideología política de los funcionarios influye en la forma en que se manejan los problemas. La lealtad al PSOE puede llevar a la minimización de fallos en la administración, lo que podría interpretarse como una falta de responsabilidad. Uno de cada seis trabajadores andaluces es funcionario y la administracion autonómica socialista durante cuarenta años ( el régimen franquista duró 36),siguió una política de introducción sistemática de afines en todos los niveles de la función pública. Puede afirmarse sin temor a equivocarse que hoy el PP trata de dirigir la Comunidad Autónoma de Andalucía con una administración pública mayoritariamente del PSOE, compuesta por 328.123 funcionarios a 1 de enero de 2024.
La noción de un «boicot» en este contexto podría referirse a una falta de acción deliberada para informar del problema. La renuencia a comunicar abiertamente los problemas podría interpretarse como un intento de desprestigiar la imagen del gobierno, provocando un escándalo de grandes proporciones, lo que afecta a la transparencia y la confianza en el sistema.
Si se confirma que ha habido un intento de silenciar el problema, las consecuencias podrían ser devastadoras, aumentando la pérdida de confianza en el sistema de salud, afectando no solo a las mamografías, sino también a otros servicios médicos.
La falta de diagnóstico y tratamiento oportuno podría llevar a un aumento en la mortalidad por cáncer de mama, lo que haría que la crisis se convierta en un problema de salud pública aún más grave. La crisis de las mamografías en Andalucía plantea serias preguntas sobre la responsabilidad política y administrativa. La posibilidad de que se haya producido un intento de silenciar este gravísimo problema, debe ser investigada a fondo. Jugar con la salud de miles de mujeres con una finalidad poco edificante, exige una posición firme y toma de medidas contundente. Nunca debe ser un tema de debate político; se requiere un enfoque transparente y responsable para abordar esta crisis y garantizar que no se repita en el futuro.