Manuel Recio Abad, suiteinformación.- El término baraka o barakah hace referencia en el Islam a un don o gracia especial de origen divino. Barak es un verbo hebreo que significa arrodillarse, postrarse y a la vez bendecir. Puede decirse que alguien que tiene baraka disfruta de fortuna, de suerte favorable en su vida.
A finales de junio de 1916 se libró una batalla en El Biutz, Marruecos. Comandaba la tropa española un joven capitán: Francisco Franco Bahamonde. En esa batalla resultó herido de bala en el vientre, pero sobrevivió, eludiendo milagrosamente la muerte. Decían los rifeños que había resucitado y este acontecimiento unido a otros en el campo de batalla hizo que el enemigo le atribuyera una especie de cualidad divina que le impedía morir. Nada ni nadie podía acabar con su vida, sólo la edad con el paso de los años. Quien más tarde fuera Jefe del Estado, solo lo atribuía a la Providencia. Sobrevivió a decenas de atentados y accidentes en los que logró ser esquivo al fin de sus días. En palabras de Hernández Garvi “así lo demuestra el que, de los cuarenta y dos jefes y oficiales que entre 1911 y 1912 se incorporaron a los Regulares de Melilla, él fuera uno de los siete que seguían ilesos en 1915. El resto habían resultado muertos o heridos en acción de guerra”. El aura de leyenda que se forjó sobre “Franquito”, como le llamaban sus superiores, debido a su estatura, imponía un enorme respeto al enemigo, que creían que le protegían fuerzas superiores.
Al inicio de la Guerra Civil, los generales Sanjurjo y Mola fallecieron en sendos accidentes de aviación. Sin lugar a dudas ambos hubieran sido sus superiores durante la contienda. Millán Astray esgrimió esta especial cualidad para apoyarle decididamente como generalísimo de todos los ejércitos en la reunión celebrada en el aeródromo De San Fernando en Salamanca, el día 21 de septiembre de 1936, refrendada por la Junta de Defensa Nacional el 29 de septiembre, siendo nombrado por unanimidad Jefe del Estado y Generalisimo de los ejércitos de los sublevados.
La baraka no está al alcance de cualquiera. No estamos hablando de suerte o fortuna, estamos ante un don divino, una bendición De Dios, Alá o HaShem. Es el don de los elegidos por Dios. Pero a su vez, tener la sensibilidad de reconocer la baraka allá donde se manifiesta, significa que se está en sintonía con los dones de Dios.
Hoy tenemos que reconocer obligatoriamente, que un ciudadano norteamericano, nacido en New York en 1946, hombre de negocios, rico, padre de cuatro hijos y un metro con noventa y un centímetros de estatura, tiene baraka. Donald Trump, de ascendencia alemana por parte de padre y escocesa por parte de madre, es uno de los más importantes empresarios inmobiliarios de EEUU. Seis veces cayó declarándose en bancarrota y seis veces resurgió victorioso después de negociar el pago de las deudas de sus compañías con los bancos acreedores. Eso tiene mucho mérito, lo puedo asegurar. Ahí empieza su baraka. De haber nacido en España esa gesta hubiera resultado imposible pues la especialidad de los bancos españoles es la de apuntillar a empresarios en crisis. Comercial y financieramente hablando, claro está. El atentado que ha sufrido, cuando celebraba un mitin de su partido en Pensilvania y su resultado vuelve a confirmar que no estamos ante una persona normal. Un tiro en la cabeza que sólo afecta al pabellón auditivo externo, vulgo oreja, derecho. Eso es mucho más que suerte. Trump es uno de los catorce presidentes contra los que se ha atentado en la historia de los EEUU de America. Cuatro no lograron sobrevivir: Abraham Lincoln, John Fitzgerald Kennedy, James A. Garfield y William McKinley. Estos magnicidios e intentos de asesinato, se producen con demasiada frecuencia en un país donde el control de armas y su venta desata posiciones muy encontradas a favor y en contra de su uso y tenencia para lo que nunca hay acuerdo.
Este suceso relanza la figura del optante a ocupar de nuevo la Casa Blanca y sin duda fortalecerá su liderazgo en el Partido Republicano, silenciando a sus oponentes y concentrando apoyos nunca vistos hacia un candidato a la Presidencia.
No cabe duda: Donald Trump tiene Baraka.