Manuel Recio Abad. Suite Información.- El tabaco mata y la izquierda también. El odio es malo y cuando ataca a las entendederas un ser humano puede llegar a convertirse en un arma letal para sus congéneres. “Homo homini lupus” es una frase original pronunciada por Plauto y fue popularizada por el filósofo inglés Thomas Hobbes en el siglo XVII para describir la condición natural de una sociedad en la que prevalece una guerra de todos contra todos, pero organizados en grupos ideológicos al parecer.
La impactante muerte de Charlie Kirk, aliado y referente juvenil del ‘trumpismo’, tras recibir un disparo en el cuello mientras intervenía en una conferencia en la Utah Valley University, ha conmocionado al mundo.
La estúpida y antisocial prensa amarilla de izquierdas le califica como político ultra. Nada más lejos de la realidad, era un gran comentarista conservador que con argumentos de peso y bajo el lema “Demuéstrame que estoy equivocado” convencía a miles de jóvenes que nada es más incongruente que los postulados ideológicos de una izquierda, que en EEUU se entremezclan con el programa del Partido Demócrata.
Hoy en día los drones se han vuelto increíblemente necesarios, tan es así que están redefiniendo industrias, mejorando la seguridad y abriendo nuevas posibilidades en nuestra vida cotidiana.
El uso de drones en operaciones militares ha transformado la guerra moderna, ofreciendo capacidades sin precedentes para realizar ataques de precisión. Sin embargo, esta tecnología también ha generado un intenso debate sobre su ética y las implicaciones humanitarias, especialmente en el contexto de las muertes selectivas.
Los drones, inicialmente desarrollados para reconocimiento, han evolucionado para llevar a cabo ataques letales. Desde su uso en conflictos como los de Afganistán e Irak, los drones han permitido a las fuerzas armadas llevar a cabo operaciones a distancia, minimizando la exposición del personal militar.
Las muertes selectivas se refieren a la práctica de eliminar objetivos específicos, generalmente considerados amenazas inminentes. Las fuerzas armadas argumentan que los drones permiten una mayor precisión, reduciendo el riesgo de víctimas civiles. Los drones están equipados con tecnología avanzada que les permite llevar a cabo ataques precisos, lo que, en teoría, reduce cualquier tipo de daño colateral.
Drones rusos en número de diecinueve se han paseado por los cielos polacos no se sabe con qué intenciones. Los sistemas de defensa antiaérea se pusieron en marcha y abatieron a cuatro de ellos. No cabe culpar a los pilotos, claro está. Al igual que el marinero de Rafael Alberti, sus pilotos están en tierra.
A Charlie Kirk no lo ha matado un dron. A Charlie lo ha asesinado un julan-dron.
En La Rioja le dicen juliparda al mozo taimado, granuja, pillo; en Cádiz llaman julay o julandrón al sinvergüenza y pícaro desalmado. El julandrón asesino fue certero como un franco tirador y tan cobarde como todos aquellos que matan y huyen.
Que el dedo con el que apretaste el gatillo te entre por «salva sea la parte» y te impida defecar el resto de tu vida.