Manuel Recio Abad. suiteinformación.– ¿Quién no recuerda cuando siendo niño oíamos aquellos consejos de nuestros mayores relativos al buen comportamiento para evitar ir al infierno? Antes nos habían inculcado terror al reino de Lucifer, un lugar algo subido de temperatura, aún no conocíamos la sauna ni el turco, donde los ángeles malos te pinchaban en el culete con sus tridentes sin descanso, haciéndote purgar todos tus pecados, todos los que en vida cometiste. Un horror que a muchos les infundió la idea de que si el futuro era estar junto a Pedro Botero sin remedio, pues por qué no empezar a ser malo en la Tierra. Así nace el infierno en vida.
Hay veces que los veranos en Sevilla se asemejan al averno. Pero lo peor no son las altas temperaturas.
La idea de que el «infierno» pueda existir en la Tierra es un tema que ha sido explorado en multitud de culturas, religiones y filosofías.
En muchas tradiciones religiosas, el infierno se considera un lugar de castigo después de la muerte, para aquellos que han cometido pecados.
Filósofos como Jean-Paul Sartre han discutido sobre la existencia del infierno en términos de la angustia existencial y el sufrimiento humano.
También en la literatura y el arte, el infierno, a menudo se representa como un estado psicológico o emocional más que un lugar físico. Obras como «La Divina Comedia» de Dante Alighieri exploran la idea del infierno no solo como un destino, sino también como una reflexión sobre las acciones humanas.
Existen realidades sociales que pueden hacer que las personas sientan que están viviendo en un «infierno» en la Tierra.
Imposible imaginar algo peor que las situaciones vividas en la riada de Valencia. Sentir como un camión de gran tonelaje golpea las paredes de tu hogar hasta derribarlas y ver a tus dos hijos de corta edad, como salen de las ruinas arrastrados por un torrente de agua y lodo hasta verlos desaparecer…. ¿No es esto un infierno? Solo imaginar la escena hiela la sangre. Pensar que escenas como estas se han producido por la incompetencia y la vacuidad de quienes tuvieron que tomar medidas, realizar obras y proteger a personas en peligro y no lo hicieron y pudieron haberlas evitado, les hace merecedores de vivir un infierno por irresponsables , indolentes e insensibles.
Hay quien afirma que los españoles tenemos la memoria de una acedía. Esperemos que este infierno levantino se nos fije entre nuestros recuerdos, seamos retentivos y nunca nos olvidemos de quienes son los responsables de haber causado tanto dolor.