Manuel Recio Abad. Suite Información.- El conflicto entre Israel y la organización terrorista Hamás en la Franja de Gaza es una de las crisis geopolíticas más persistentes y complejas de nuestro tiempo. Marcado por ciclos de violencia, profundas divisiones políticas y un severo impacto humanitario, su comprensión requiere una mirada a un más que intrincado contexto histórico y a los sucesos que lo definen en la actualidad.
Las tensiones en la zona se remontan a décadas, con la creación del Estado de Israel en 1948 y la posterior ocupación de territorios que nunca fueron palestinos. Egipto administró la Franja de Gaza de 1948 a 1967, aunque no la anexó ni concedió ciudadanía a sus pobladores y Cisjordania era territorio jordano.
La Franja de Gaza está densamente poblada y ha estado bajo bloqueo israelí desde 2007, tras la victoria electoral de Hamás y su posterior toma de control de Gaza. Hamás se autodefine como un “movimiento islamista palestino”. Su objetivo declarado es la liberación de Palestina y la creación de un estado islámico en su lugar, rechazando el reconocimiento del Estado de Israel. ¿Queda claro?
El conflicto se manifiesta con actos terroristas continuados a través de ataques con cohetes por parte de Hamás hacia Israel. Esto obliga a desarrollar operaciones militares israelíes en Gaza, que a menudo incluyen bombardeos aéreos y terrestres. El día 7 de octubre de 2023 , tras un ataque criminal y sádico sin precedentes de Hamás contra Israel, se han intensificado los ataques militares del ejército israelí.
Israel busca garantizar su seguridad nacional, impidiendo ataques desde Gaza e intentando desmantelar la infraestructura militar de Hamás.
La organización terrorista justifica sus acciones en la resistencia contra la ocupación israelí y la autodeterminación palestina, utilizando la confrontación armada como herramienta habitual. La negociación es tan improbable como imposible. La Autoridad Palestina, si bien gobierna parcialmente Cisjordania, carece de influencia en Gaza y su relación con Hamás es muy tensa.
Egipto desempeña un papel crucial como mediador, pues controla el cruce fronterizo de Rafah, una vía vital para la entrada de ayuda a Gaza. La comunidad internacional integrada por multitud de países y organizaciones internacionales, como Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas, buscan mediar y ofrecer ayuda humanitaria, aunque sus enfoques y niveles de implicación son muy diferentes incluso muy alejados a veces.
La situación en Gaza es de crisis humanitaria crónica. El bloqueo impuesto por Israel y Egipto restringe severamente la entrada de bienes esenciales, incluyendo alimentos, medicinas y materiales de construcción. La población, mayoritariamente joven y con altas tasas de desempleo, sufre las consecuencias de la escasez, la falta de servicios básicos y la destrucción de infraestructuras. Los bombardeos israelíes causan un elevado número de víctimas civiles y desplazamientos masivos, mientras Hamas utiliza a su propia población como escudos humanos, usando como bases organizativas los sótanos de escuelas, hospitales, hoteles, etc, habiendo creado una red de tuneles de más de 500 Kms que les permite la intercomunicación entre sus nidos terroristas sin salir a la superficie.
La búsqueda de una solución duradera se antoja muy lejana , debido a la falta de confianza mutua, las divisiones internas palestinas y la complejidad de las negociaciones. Hamas quiere aniquilar el Estado israelita y expulsar a toda la población hebrea.
Las propuestas de un alto el fuego, corredores humanitarios y acuerdos de paz han tenido cero éxito. La comunidad internacional continúa presionando por una desescalada y la protección de los civiles, pero la resolución del conflicto requiere abordar las causas en profundidad, por un lado la ocupación y por otro, el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino.
El conflicto entre Israel y Hamás en Gaza es además de una disputa territorial, una enorme tragedia humana que exige atención continua y esfuerzos concertados para lograr una paz que sea justa y sostenible. El gobierno español se encuentra en una posición desternillante respecto al conflicto entre Israel y Hamás. La política exterior española aboga por una solución entre dos estados, cuando en realidad hay sólo uno que subsiste luchando contra una implacable banda de asesinos terroristas.
La postura oficial del gobierno español es la de condenar con la boca pequeña los ataques terroristas de contra Israel, pero a la vez, expresar preocupación por la situación humanitaria en Gaza acusando al Estado de Israel de practicar un genocidio, criticando las acciones militares israelíes que como pasa siempre en toda guerra, causan víctimas civiles.
Desde la perspectiva de la historia, el gobierno español califica como “ lado correcto» su absurdo y peligroso posicionamiento.
Históricamente, las acciones que promueven los derechos humanos, la paz, la justicia y el derecho internacional suelen ser consideradas del lado correcto. Lo que hacen Sánchez, Albares y demás cortejo patético es un intento de desviar la atención centrada en los juzgados que están instruyendo causas sobre sus presuntos delitos en casos de corrupción.
El gobierno español se equipara a una comunidad internacional dispersa y dividida frente al conflicto, que todavía que se sepa , no ha sido oficialmente felicitada por Hamas.
Por cierto, más les valdría intentar convencer a sus amiguetes de Hamas de que liberen a los rehenes israelíes que aún mantienen secuestrados. Eso sí que supondría un serio avance en la resolución del conflicto.