Manuel Recio Abad. Suite Información.- Esta es una de las frases lapidarias expresadas por el Presidente del Gobierno de España durante la entrevista al más puro estilo bananero-chavista de ayer en la televisión que dicen es de todos. Una televisión al servicio descarado del interés privado de quien reconoce que le ha llegado el momento del juicio final sin estar de cuerpo presente. Defendió la honestidad y la inocencia de su hermano, David Sánchez; de su mujer, Begoña Gómez y del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Ahí es nada.
No siendo suficiente lo afirmado, pasó a justificar su peregrina, si bien lógica afirmación por la parte que le afecta. “El presidente considera que son víctimas de jueces que tienen intereses políticos, y a los que acusa de hacer política. Hay jueces que no cumplen con la ley”. No satisfecho con ello apostilló: “Hay un problema de desempeño e instrucción que están pagando dos personas por el mero hecho de ser familiares míos».
Pobrecito. El poder judicial, molesto, fastidioso e inoportuno ha hecho presa institucional en la figura del Presidente, su familia y parte de la camarilla de afines que le ayudaron a alcanzar el poder con argucias y artimañas poco o nada respetables.
Por sus hechos les conoceréis y por sus actos serán juzgados. Nadie, absolutamente nadie queda fuera del control de los juzgados y tribunales. Están para eso. Un estado sin justicia ni órganos que interpreten y apliquen las leyes establecidas, es un estado fallido. Pero también lo es si no se respetan y cumplen sus decisiones. Esa actitud expuesta es tan antidemocrática como suicida y supone un pésimo ejemplo para toda la ciudadanía. Es una falta de respeto a los principios básicos de una democracia, retar a quienes sólo cumplen con la sagrada misión de instruir, juzgar y hacer cumplir lo juzgado.
Miles de ciudadanos, cuando han sido juzgados, condenados en sentencias firmes y con órdenes de ingreso en prisión, han llegado a su casa, han hecho su ligero equipaje, se han despedido de sus seres queridos y se han dirigido al centro penitenciario asignado dispuestos a cumplir el periodo en el que se verán privados de aquello que es lo más importante para cualquier ser humano: la Libertad. No caben protestas, ni dispondrán de los servicios informativos de toda una televisión estatal pública para justificarse, atacar a los miembros del tribunal sentenciador, intentado explicar lo inexplicable que no es otra cosa que justificar la comisión del tribunal sentenciador de actos presuntamente delictivos, tratados así por quienes saben realmente de ello.
No ha sorprendido a nadie la actitud y el relato presidencial. Acusar a los jueces de “hacer política” es un comentario tan necio como impropio y sólo demuestra su propia incompetencia y una actitud denegatoria reincidente de los principios básicos del sistema democrático de gobierno que nos hemos dado.
Vuelve la mula al trigo con su terquedad irrespetuosa a la hora de tratar un nuevo intento de aprobación presupuestaria. Advierte que seguirá en la Moncloa sea como sea, caiga quien caiga, con presupuestos o sin ellos, con el apoyo del Congreso o sin él. España está en manos de un sujeto realmente peligroso, caso único en la historia de todas y cada una de las democracias occidentales.
Un ciudadano nada ejemplar.