Manuel Recio Abad. Suite Información.– En la España de hoy, muchos ciudadanos sienten una creciente opresión. Un entramado cada vez más denso de prohibiciones, multas y normativas parece asfixiar la libertad individual, mientras la economía se ve golpeada por la inflación y la devaluación del euro.
Ante este panorama, surge una pregunta inquietante: ¿vivimos hoy en España menos libertad que en la Unión Soviética?
El panorama actual en España se caracteriza por un aumento notable de restricciones. Leyes recientes, a menudo presentadas bajo el paraguas de la seguridad o la protección, limitan aspectos de la vida cotidiana. Paralelamente, el control fiscal y financiero se ha intensificado, generando una sensación continuada de vigilancia y limitación a la libertad de disponer de lo propio, sobre las finanzas personales.
Los precios, que no paran de subir, erosionan el poder adquisitivo, y la debilidad del euro agrava esta situación, creando un clima de incertidumbre económica y financiera que muchos perciben como un ahogo.
La comparación con la URSS, un régimen conocido por su férreo control estatal, invita a la reflexión. Si bien es innegable que la URSS imponía severas restricciones a las libertades políticas, de expresión y de movimiento, el debate actual en España se centra en la erosión de libertades más sutiles pero igualmente importantes: la autonomía económica, la libertad de acción ante un exceso de regulación y la sensación de ser constantemente vigilado y sancionado por el Estado. Un avasallamiento continuo impropio de un sistema liberal.
En la URSS, el control era explícito y abarcaba casi todos los aspectos de la vida, desde la elección de profesión hasta la información disponible. Hoy en España, el control se manifiesta de manera diferente, a través de normativas complejas y un escrutinio financiero que puede sentirse invasivo. La diferencia principal radica en la naturaleza del control: en la URSS era una imposición ideológica directa; hoy, se argumenta que surge de una burocracia creciente y políticas “sociales”que, si bien pueden tener buenas intenciones, terminan limitando la libertad de los ciudadanos.
Voces de la ciudadanía expresan una sensación de desamparo, de sentirse controlados y fiscalmente asfixiados. Este clima puede afectar la cohesión social y la confianza en las instituciones. La pregunta no es si el control actual es idéntico al soviético, sino si la acumulación de normativas y la presión económica están generando una sensación de falta de libertad comparable, aunque de distinta índole.
Podría llegarse a la conclusión de que la existencia generalizada de la percepción de una disminución de la libertad en España, marcada por un creciente control y presiones económicas, hace imprescindible un análisis profundo de esta preocupante situación.
Es fundamental que como ciudadanos estemos atentos a la evolución de las normativas y defendamos activamente nuestras libertades, reflexionando sobre el equilibrio entre seguridad, orden y la indispensable libertad individual.