Estanislao de Kostka.- España atraviesa la crisis de corrupción más grave de su historia democrática, con el presidente Pedro Sánchez al frente de una trama sistémica y una organización criminal, que supone el colapso moral de un Gobierno podrido, absolutamente podrido.
La dimisión forzosa de Santos Cerdán, número tres del PSOE, tras el devastador informe de la Unidad Central Operativa (UCO), que lo implica directamente en el cobro de comisiones ilegales por adjudicaciones públicas, marca el punto de no retorno para un gobierno que ha perdido toda legitimidad moral.
El informe de la UCO revela que Cerdán actuaba como gestor de los pagos ilícitos en nombre de José Luis Ábalos y Koldo García, manejando al menos 620.000 euros en mordidas procedentes de contratos con Acciona, con otros 450.000 euros pendientes de cobro. Las grabaciones intervenidas entre 2019 y 2023 demuestran la existencia de una red criminal que operaba desde las más altas esferas del partido socialista y, como siempre, sólo conocemos la punta del iceberg. De los juegos sexuales de José Luis Ábalos y Koldo García me abstengo de valorar: simplemente digo feminismo y socialismo al poder.
Pedro Sánchez no puede escudarse en la ignorancia cuando la corrupción ha operado durante más de un lustro bajo su liderazgo. Su responsabilidad política es innegable por varios motivos a destacar.
Negligencia en el control interno: durante más de diez años, Sánchez mantuvo en puestos de máxima responsabilidad a individuos que operaban redes criminales. Santos Cerdán, su hombre de confianza y arquitecto de su llegada al poder, gestionaba comisiones ilegales mientras ocupaba la secretaría de Organización del PSOE.
Conocimiento de indicios previos: el caso no surge de la nada. Los escándalos del entorno presidencial se han sucedido sistemáticamente, como el de su esposa Begoña Gómez investigada por tráfico de influencias, el de su hermano David Sánchez procesado por malversación, el del Fiscal General del Estado imputado por revelación de secretos o el pucherazo en las primarias.
Encubrimiento y protección: hasta el último momento, Sánchez defendió la “integridad” de Cerdán, solo para pedir perdón cuando las evidencias se hicieron públicas. Esta actitud demuestra que su prioridad no es la limpieza democrática, sino la supervivencia política.
La comparecencia de Sánchez pidiendo “perdón” constituye una burla a la inteligencia ciudadana. Es especialmente hipócrita considerando que el propio Sánchez declaró en 2014 que “ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón, sino a dar explicaciones, a rendir cuentas y asumir responsabilidades políticas”. Sus propias palabras le condenan y con la corrupción que le rodea “pedir perdón no es suficiente”.
La red de corrupción socialista se ha convertido en un sistema criminal organizado, en los términos que describe el Código Penal, y los tentáculos de la corrupción han llegado a todos lados, incluso a su habitación en la Moncloa. El mapa de la corrupción que rodea al PSOE es extenso y alarmante:
– Caso Koldo-Ábalos: comisiones ilegales por al menos 40,5 millones en contratos de mascarillas y obras públicas, que se sepa y de momento.
– Caso Begoña Gómez: tráfico de influencias en contratos universitarios y empresariales.
– Caso David Sánchez: creación irregular de puesto público en la Diputación de Badajoz.
– Caso Santos Cerdán: gestión de mordidas por adjudicaciones públicas.
– Caso Fiscal General: filtración de información confidencial y revelación de secretos
– Caso Tito Berni: sobornos a cambio de favores políticos con prostitución y drogas.
La corrupción socialista no es nueva. Los ERE de Andalucía, con 680 millones de euros defraudados entre 2000 y 2009, demuestran que la corrupción es sistémica en el PSOE. Los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán fueron condenados por este escándalo, estableciendo un patrón de comportamiento que Sánchez ha perpetuado y agravado, y que ha intentado lavar corrompiendo el Tribunal Constitucional.
Y todo ello con la complicidad imperdonable de Yolanda Díaz y los demás partidos que apoyan a este gobierno corrupto y criminal, en una película de terror que se podría titular: “De la Regeneración a la Complicidad”. Yolanda Díaz, quien se presentó como abanderada de la regeneración democrática, se ha convertido en la principal cómplice de la corrupción socialista. Su silencio cómplice y su defensa incondicional de Sánchez le sitúan como coautora moral de este desastre democrático.
Y el subtítulo de la película podría ser “La Traición a sus Propios Principios”. Yolanda Díaz, que inicialmente exigió “máxima contundencia” contra la corrupción y defendió las investigaciones de la UCO, ha claudicado completamente ante por un plato de lentejas y una alfombra roja, no la del comunismo, sino la del poder y la de los millonarios. Su transformación de fiscal de la corrupción a defensora de los corruptos, representa una de las caídas morales más estrepitosas de la política española reciente.
Como denunció acertadamente Miguel Tellado: “Es usted tan culpable como Sánchez de las cloacas en las que está sumido el Gobierno de España y el PSOE. Su silencio a cambio del coche oficial, la escolta y mucha moqueta”. Díaz ha vendido sus principios por los privilegios del poder y se ha convertido en una más de la casta más casposa y corrupta.
Yolanda Díaz no puede alegar ignorancia. Conoce perfectamente la magnitud de la corrupción que envuelve al PSOE, pero ha elegido ser cómplice antes que coherente. Su papel en el encubrimiento, le convierte en corresponsable de cada euro defraudado y de cada contrato amañado.
Los partidos que mantienen a Sánchez en el poder – Sumar, Junts, ERC, PNV, Podemos y BNG – se han convertido en cómplices necesarios de esta trama de corrupción. Su apoyo continuado permite que el sistema criminal siga operando desde las instituciones. Tras proclamarse partido de la regeneración, Sumar se ha convertido en el principal sostén de la corrupción socialista. Junts, con el chantaje permanente de los independentistas catalanes, utiliza la debilidad de Sánchez para obtener concesiones, convirtiendo la corrupción en moneda de cambio política. ERC y PNV anteponen sus intereses particulares al bien común, manteniendo en el poder a quien debería estar en los tribunales, o quizás en la cárcel.
Estos partidos tienen la oportunidad histórica de demostrar que la democracia está por encima de los intereses partidistas. Su continuado apoyo a Sánchez les convierte en coautores morales de la mayor trama de corrupción de la democracia española.
La prensa internacional sentencia el colapso y el desprestigio internacional está haciendo un daño irreparable. Los principales medios internacionales han documentado el colapso moral del Gobierno Sánchez, así por ejemplo The Times califica la situación como “la amenaza más grave hasta el momento para el gobierno de Sánchez”. The Guardian recuerda irónicamente que Sánchez llegó al poder en 2018 tras una moción de censura contra el PP por corrupción, convirtiendo su caso en una cruel paradoja histórica. Le Monde describe cómo los escándalos “envenenan la vida del primer ministro”, mientras que medios alemanes señalan que han “asolado al gobierno de izquierdas de España desde hace tiempo”. El desprestigio internacional de España es ya irreversible y no cesará mientras Sánchez permanezca en la Moncloa.
El propio Ejecutivo reconoce encontrarse en “estado de shock” tras el caso Cerdán. Las fuentes gubernamentales admiten que “vienen semanas duras” y que la crisis “desborda Ferraz y alcanza al Gobierno”. La metáfora utilizada por uno de los portavoces de los socios parlamentarios es reveladora: “están como un conejo con las luces largas”.
Dentro del propio PSOE crecen las voces que exigen el adelanto electoral. El alcalde de Ames, A Coruña, Blas García, uno de los primeros apoyos de Sánchez en Galicia, ha pedido públicamente elecciones anticipadas ante una “situación política irrespirable”. Javier Lambán, líder del PSOE aragonés, ha declarado que “el país no tiene otra salida más que convocar elecciones generales”, como también hizo Felipe González o Susana Díaz antes.
Las manifestaciones ciudadanas demuestran el hartazgo social. La concentración del PP en Plaza de España reunió a más de 100.000 personas bajo el lema “Mafia o democracia”. Nuevas movilizaciones están previstas desde Ferraz hasta Moncloa con el lema “¡Hay que echarlo!”.
La ciudadanía española ha comprendido que está ante una elección histórica: tolerar la corrupción institucionalizada o defender la democracia. Las calles han elegido la dignidad frente a la degradación moral. Pedro Sánchez debe dimitir inmediatamente. Su permanencia en el cargo constituye una afrenta a la democracia española y una burla a los principios constitucionales. La corrupción sistémica que ha permitido, encubierto y protagonizado hace insostenible su continuidad.
La historia juzgará duramente a quienes han antepuesto sus intereses personales y partidistas al bien común. Sánchez puede elegir entre pasar a la historia como el Presidente que tuvo la dignidad de dimitir cuando la corrupción tocó su puerta, o como el dirigente que aferrado al poder arrastró a España al abismo de la descomposición democrática.
España merece un gobierno limpio, transparente y honesto. Mientras Pedro Sánchez permanezca en la Moncloa, este objetivo será imposible. Su dimisión no es una opción política: es un imperativo democrático y moral. Sánchez es culpable, entre otras cosas, por su responsabilidad invigilando que supone el reconocimiento de la responsabilidad por hechos ajenos. Esto significa que, a pesar de que el acto dañoso haya sido realizado por otras personas, el responsable será quien debía vigilar o supervisar a los individuos que los ocasionaron.
Sr. Sánchez, dimita inmediatamente. Su tiempo ha terminado. La dignidad que no ha mostrado como presidente, muéstrela como ciudadano.
Sra. Díaz y los partidos de apoyo. Dejen de ser cómplices. La historia y las urnas no perdonan a quienes sostienen lo insostenible por conservar migajas de poder.
Españoles: no cejen en la presión. La democracia se defiende en las calles cuando las instituciones fallan y en las urnas cuando nos dejen.
*Abogado jefe de AD y politólogo