Álvaro Filgueira. Suite Información.- Las recientes elecciones gallegas han revelado un panorama político marcado por decisiones clave y resultados sorprendentes. Bajo el liderazgo del Partido Popular (PP), encabezado por Alfonso Rueda, la continuidad ha sido la consigna principal. Rueda, quien ocupaba el cargo de vicepresidente antes de la partida de Feijoo a Madrid, logró mantener el mensaje de estabilidad con el eslogan «pola la Galicia que funciona». Este enfoque continuista llevó al PP a obtener su quinta mayoría absoluta con 40 diputados de 75, superando incluso los logros de Feijoo en 2009.
Por otro lado, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) emerge como la segunda fuerza política, con Ana Pontón al frente, incrementando su representación de 19 a 25 diputados. Sin embargo, su estrategia de blanqueamiento, presentando una imagen glamurosa y ocultando su programa reaccionario, plantea interrogantes sobre la verdadera dirección que podría tomar bajo el liderazgo de la UPG.
En contraste, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) experimenta una derrota significativa, pasando de 14 a 9 diputados. La campaña liderada por José Manuel Besteiro con el lema «Desta vai» no logró los resultados esperados, lo que desencadena debates sobre el futuro del partido tanto a nivel regional como nacional.
La figura de Yolanda Díaz y su formación, Sumar, sufren un revés al no lograr obtener representación parlamentaria. Ni siquiera ganó en su municipio natal. A pesar de sus aspiraciones bajo el lema «Faremolo posible», su falta de unidad y el fragmentarse de la izquierda contribuyeron a la consolidación de la mayoría absoluta del PP.
Vox, a pesar de su arduo esfuerzo, no consigue ganar terreno en Galicia, mientras que la sorpresa recae en Democracia Orensana (DO), liderada por el alcalde de Orense, que obtiene un diputado, demostrando la influencia de la figura mediática en el electorado.
La metáfora «Los gallegos saben cuando suben o bajan» refleja la elección del continuismo representado por el PP sobre alternativas arriesgadas. Además, una reflexión sobre la identidad del PP gallego como un partido nacionalista arraigado en la sociedad, similar al PNV vasco, destaca su conexión con la población local.
Sin embargo, la diversidad de opiniones y la complejidad de la sociedad gallega sugieren que las decisiones electorales van más allá de lealtades partidistas. La mentalidad minifundista y empresarial, combinada con la conciencia laboral en determinados sectores, moldea el panorama político de la región.
En conclusión, las elecciones gallegas muestran la capacidad del electorado para discernir entre opciones políticas y priorizar la estabilidad sobre la incertidumbre. Más que simples decisiones, reflejan una profunda comprensión de la realidad local y nacional, desafiando estereotipos y demostrando que «los gallegos saben cuando suben o bajan», aunque algunos se pregunten «que mais da».