Xavi Altamirano. Suite Información.- La entrevista organizada ayer por el “Payaso Mayor” del Gobierno, en la televisión que mantiene a su servicio, solo deja una sensación: este señor tiene clarísimo que todos somos idiotas. Empezando por sus bien pagados palmeros, y siguiendo por esa claque menor que aplaude desde los medios afines a este sinsentido político que hemos permitido instalar en nuestras vidas, en nuestros bolsillos y, lo que es peor, en nuestra dignidad.
Es vergonzoso que, fuera de nuestras fronteras, se nos perciba no ya como bananeros, sino como auténtica chusma. Y que me disculpe la chusma, porque al menos servía para remar en las galeras; nosotros, en cambio, parecemos no servir para nada.
Aceptamos este disparate desde la comodidad de nuestros sillones, como “paganinis tontorrones”, sin mover un dedo. Y lo peor es que lo hacemos con la resignación de quien concluye: “esto no hay quien lo arregle”.
No quiero extenderme con detalles que aburrirían hasta a los muertos, pero sí os invito a ver un vídeo en YouTube donde un alcalde —me da igual que sea del PP— intenta hacer lo que tantos hombres de bien, de derechas o de izquierdas, han tratado de conseguir al llegar a un cargo tan básico como la alcaldía de un pueblo. Por favor, escuchad :
¿Habéis escuchado las cifras?
¡Solo en Estepona!
Recordemos: España cuenta con 50 provincias y 2 ciudades autónomas, que suman un total de 8.132 municipios. ¿Imagináis si se aplicara lo mismo en todos?
Ya escucho el típico murmullo: “este está loco”.
Bien. Pues así están las cosas: un cáncer político con metástasis en todas las instituciones, gobernadas tanto por la izquierda como por la derecha.
En los partidos políticos locales el mangoneo comienza desde el momento en que se confeccionan las listas electorales. Se pacta de antemano que aquel que no logre un puesto de concejal será “recolocado” en alguna empresa municipal, en ese sillón que pasa de culo en culo según el chupóptero de turno. Un cargo donde se cobra sin ni siquiera tener que aparecer. Y lo que ocurre en un pequeño municipio se repite en todos los pueblos de este país, corrompido hasta la médula.
Un ejemplo más, y termino: por circunstancias conozco de cerca el desastre de las licitaciones de obra pública. En todos los casos —sin importar el nivel administrativo ni el partido en el poder— cualquier técnico en la materia puede detectar, con solo leer el pliego por encima, si la adjudicación ya está diseñada a medida de alguien. Y lo aceptamos con la pasividad propia de los mismos “paganinis tontorrones” que seguimos en casa.
Es imprescindible actuar.
Hay que presentar un partido transversal, sin color político, con un programa claro de demolición del sistema actual. Y después, por qué no, traer a un noruego que nos monte otro modelo: uno donde los políticos conduzcan su propio coche y aparquen donde lo hace cualquier ciudadano.
¿Será verdad que estoy loco?