M. Recio. suiteinformación.- El espectáculo lamentable vivido el martes de difícil olvido en el plenario del Congreso de los Diputados fue inenarrable. Parece que la posible imputación de un delito de traición a la catalana les ha puesto nerviosos. El caso “Voloh” ha dado al traste con todo. Ya no se trata de si hubo o no terrorismo en las acciones que todos vimos en su momento. Si se demuestra la existencia de contactos con los servicios secretos rusos con la finalidad que se presume en lo hasta ahora actuado, las penas que se impondrían al ínclito Puigdemont podrían llegar hasta los 12 años de privación de libertad.
La exigencia de contenido de la ley de amnistía se ha ampliado. Tanto que se ha convertido en inaceptable, según las amistosas advertencias de Conde Pumpido.
Hay quien piensa que no estamos ante esa realidad, sino que más bien se trata de una estratagema para salvar los resultados de las elecciones autonómicas de Galicia. Pasadas estas volvería la burra al trigo, blindando a Puigdemont hasta de haber matado al mayordomo. Mientras tanto Pedro Sánchez y sus músicos van recibiendo órdenes de cambio de partituras para que nadie desafine y dar así la impresión de ser autores de actos políticos coherentes, legales , que sólo están sirviendo, sin embargo, para deteriorar todavía más si cabe las instituciones y la credibilidad democrática de España.
Auto percibirse como juez no conlleva adquirir la potestad para aplicar la norma y dictar sentencias, salvo que se pretenda y, eso tememos muchos, concentrar los tres poderes en una sola mano. A modo de incansable, quien preside el gobierno de España, tiende a volver sobre sus pasos cuando el éxito le es esquivo y vuelve de nuevo a la carga con otra versión sobre lo mismo. Es como el mago novato que se equivoca cuando en vez de sacar una paloma blanca de su chistera, saca un conejo. Repite y repite el acto hasta que saca una paloma torcaz. Le da igual, las dos vuelan. Si la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo avala por amplia mayoría abrir causa a Puigdemont por terrorismo, Pedro Sánchez y su conjunto dibujan un escorzo a la par que intentan denigrar a la fiscalía que junto a los jueces nunca se han visto tan vituperados.
Ahora toca otra vuelta de tuerca utilizando otra llave. Cuando entenderán que no hay sitio en una democracia para tanta bazofia legislativa en beneficio de unos cuantos.
Por mucho que Pedro llame, esta vez la puerta no se abrirá.