Suite información. Pedro Ignacio Altamirano. de marzo de 2024.- Sanchismo en el camino del populismo totalitario. Un titular que me parece cada vez más adecuado para definir la anti acción de gobierno de Pedro Sánchez, en la España de la transición de la dictadura a la democracia y vuelta a la dictadura vía populismo totalitario.
Parecía cosa del pasado, con olor a Hitler o Mussolini, los usos democráticos para acceder al poder y quedárselo para siempre corrompiendo la propia democracia. En efecto, aunque bien pudiera parecer que en las últimas décadas han sido muchos los países que han accedido a supuestas democracias, es también un hecho indiscutible que, un número preocupante de líderes que tienden hacia el autoritarismo han llegado al poder, mientras que algunos partidos políticos han empezado a violar las normas que pretenden proteger la democracia.
Sanchismo influenciado
Pedro Sánchez, que sin duda ha bebido, dejado influenciar o forzado por aquellos que lo tienen agarrado por los fondones bajos, llegó a poder al caballo de una falacia democrática “borde line”, con la ayuda de aquellos que intuían que podrían sacar beneficios de un liderazgo débil, veleta y manejable como Sánchez. El actual presidente ha caído preso de su debilidad y hoy vive atado a la pared a modo de los presos míticos de gran maestro Forges. Lo peor no es que esté preso de sí, sus circunstancias y de los/las/les que lo rodean, sino que con él, todos los demócratas estamos presos con él a la pared del populismo totalitario.
Esta pseudo izquierda española, siempre tendió al peor comunismo posible, lejos del socialismo democrático europeo. Siempre miró más, a los movimientos guerrilleros iberoamericanos que al socialismo alemán, sueco o laboristas británicos, y es que, en realidad, nunca fueron demócratas, sino aprendices de tiranos. La diferencia es que los últimos líderes socialistas de peluche como Zapatero o Sánchez, están muy lejos de los fajados Fidel Castro, Hugo Chávez o el mítico “Ché” Guevara, personajes que nos gusten o no, demostraron tenerlos bien puestos. Intentan hacer lo mismo, pero desde la comodidad de un falcón, mientras su legión de fontaneros se ponen tibio de polvo blanco en casas de esclava sexuales. Así señores del PSOE no se hace revolución alguna.
Es imposible hacer una revolución con mi paisana andaluza María Jesús Montero, con Félix Bolaños con cara de capillita incansable (que no se me enfade nadie por Dios, pero es que lo parece), con Marlaska que va camino del Record Guinness como Ministro más reprobado de la historia u Oscar Puente, Ministro de todo menos de sus asuntos de obras. Sánchez, con este elenco no haces ninguna revolución, lo más, un circo de tres pistas muy divertido por lo malos y previsibles, si no fuera porque lo pagamos con nuestro dinero y dejamos sin futuro a nuestros hijos. Ni revolución ni populismo: simple populismo cutre para el populacho que les sigue.
El muro
Citaré a D. Luis Palma escribe para señalar que a juicio de los populistas que detentan el poder, ellos son los únicos y verdaderos representantes y defensores del “pueblo”. Entonces, cualquier oposición política se convierte en “enemigo” del pueblo y debe ser combatida e ignorada en sus propuestas.
En su concepción, “pueblo” solo es el conjunto de miembros de la sociedad que participan del movimiento; el resto no pertenece. De ahí el infame muro que intenta levanta el sanchismo. Pero ello abre una profunda brecha: los que defienden los intereses del pueblo versus los que solo buscan mantener sus privilegios. Así, el enemigo debe identificarse: en el populismo de izquierda será la oligarquía económica, que busca mantener sus prerrogativas dejando de lado la inclusión social que pueda mitigar la pobreza y la desigualdad. Miren ustedes la realidad política del sanchismo y comprenderán de dónde mana su política.
Otro problema que comenzamos a sufrir es esta política “nacional y popular”, que, entre otros males, ahoga la iniciativa privada, limita las libertades individuales, coarta la independencia de los medios y cierra la economía. Esta dinámica conduce a un creciente gasto público que genera déficits fiscales cada vez mayores, los cuales terminan arrastrando a la economía hacia severas crisis: procesos inflacionarios, pérdida de valor de la moneda, caída de los niveles de actividad, graves problemas de desempleo, elevados niveles de pobreza e indigencia, fuga de capitales y ausencia de inversiones, que nos llevan a una pobreza inducida para fines totalitaristas.
De la democracia a la dictadura
De ese modo tan poco sutil se pasa a una dictadura disfrazada de democracia como en el caso de Turquía, Hungría, entre otros, en la que no hay contrapesos democráticos; se profundiza la crisis económica con un mayor déficit para seguir subsidiando, incremento de la inflación, controles y regulaciones, suba de los niveles de pobreza e indigencia, y cada vez más limitaciones a las libertades individuales.
Pedro Sánchez por tanto, es sólo un atrasado alumno de Ernesto Laclau, quien, desde una posición de izquierda, se convirtió en adalid de esta forma de gobierno influenciando a líderes como Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Rafael Correa, Fernando Lugo y Evo Morales. Personajes todos que han terminados enriquecidos en base a la pobreza del pueblo, por lo que se puede concluir que el populismo de Sánchez, por muy de circo que sea, nos lleva donde los demás populismos que, términos económicos es inviable; en términos políticos es autodestructivo, y en términos sociales es absolutamente regresivo.
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