Manuel Recio Abad. suiteinformación.- El FBI define el terrorismo como “el uso ilegal o la amenaza de uso de la violencia contra personas o propiedades para intimidar o coaccionar a un gobierno, a la población civil o a cualquier segmento de la misma, en apoyo de objetivos políticos o sociales”. Esta plaga cobarde y asesina que sus usuarios tratan de justificar con fines políticos, es utilizado por grupos separatistas, religiosos y revolucionarios.
Se calcula que estos actos de guerra que se producen en ausencia de guerra han ocasionado la muerte a 8.352 personas en todo el mundo solo en 2023. La cifra histórica de víctimas de la mano de esta cobardía asesina alcanza una cifra incalculable. No hay país que no haya sufrido esta lacra, en general posicionada en fundamentos ideológicos de extrema izquierda, aunque no siempre ha sido así.
El 11 de septiembre de 2001 aún sigue grabado en la memoria colectiva. A su paso no solo dejaron pérdidas materiales por valor de miles de millones de dólares estadounidenses, sino también cerca de 3.000 víctimas mortales en la ciudad de Nueva York. Víctimas inocentes que ocupaban sus puestos de trabajo o se encontraban de forma casual en unos edificios que la crueldad terrorista decidió convertir en una mortal ratonera.
El acto terrorista perpetrado por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas)el día 7 de octubre de 2023 mediante una incursión sorpresiva desde Gaza asesinando al menos a 260 jóvenes canadienses, alemanes y noruegos entre otras nacionalidades que asistían a un concierto, un festival de música organizado por la paz, ha marcado un antes y un después. En total acabaron con la vida de 1.200 ciudadanos del Estado judío en un solo día y tomaron como rehenes a más de 200, algunos de los cuales siguen retenidos dentro de la Franja de Gaza.
El servicio secreto israelí, el famoso Mossad ha puesto su potente maquinaria de inteligencia en marcha con el objetivo de causar el mayor terror posible a aquellos que lo practican. También aportaron en su día una ayuda inestimable a España en la lucha contra ETA.
La acción desarrollada en estos últimos días pasará a los anales de la historia de la lucha antiterrorista con la explosión controlada y ordenada a distancia de varios miles de dispositivos buscas y Walkie-talkies . Además de los fallecidos, varios cientos de miembros de la célula terrorista conocida como Hezbola, que opera en el sur del Líbano, no volverán a ver salir el sol. Han quedado ciegos para siempre. Otros no podrán hacer detonar más bombas asesinas porque han perdido sus dedos o manos con las que apretar el dañino botón.
El Mossad con esta obra de ingeniería ha llevado el helador terror a los corazones de quienes lo practican. Es una guerra silenciosa sin cuartel contra quienes se parapetan entre enfermos, mujeres, ancianos y niños, aparentando llevar una vida de ciudadanos modélicos, cuando en realidad no son otra cosa que peligrosos carniceros asesinos dispuestos a eliminar a seres humanos inocentes, de forma indiscriminada cuando así lo consideran oportuno.
También en estas acciones antiterroristas mueren y sufren seres inocentes pero no se puede olvidar quien da primero y quien el culpable de ello. La solución pacífica del conflicto es prácticamente imposible, pues habría que negociar el fin de las hostilidades con un estado fallido dirigido por un grupo terrorista cuya sed de sangre y determinación de acabar con el pueblo judío les ciega.
Por primera vez en la historia de la humanidad los terroristas sienten el terror pues ya saben que a partir de ahora no volverán a estar seguros, ya que pueden ser localizados y eliminados por un enemigo invisible: la tecnología al servicio de acabar con esta plaga.