
Manuel Recio Abad. Suite Información.- Nací para crear hogares, o al menos esa es a la conclusión que he llegado tras cuarenta años de actividad profesional en el sector inmobiliario, y haber proporcionado algunos techos a quienes carecían de ellos. Hoy a mis 70 años sigo muy empeñado en seguir haciéndolo, también poniendo suelo a disposición de otros empresarios. No tengo dinero de sobra y desde el año 2007 mi economía es de todo menos boyante. He tenido que hacer enormes esfuerzos para conseguir localizar y adquirir suelos donde poder construir viviendas. La falta de sensibilidad y compromiso que siempre he observado en políticos y funcionarios, en relación a su imprescindible aportación para facilitar mi tarea ha sido penosa. Me han acusado de especulador, de buscar ante todo el negocio y obtener beneficios de una actividad que según algunos iluminados debiera realizarse de forma altruista y gratuita. Dicen “ la vivienda no puede ser un negocio” y yo les respondo : “pues constrúyelas tú”.
Siempre reinvertí los beneficios obtenidos en una construcción destinándolos para poder promover otra.
Así crecí modestamente hasta que el invento financiero que sostenía el entramado de disposición de medios económicos mediante crédito a la promoción, se desplomó en 2007. Las puertas de bancos y cajas de ahorro se cerraron. El Banco de España ordenó a las entidades financieras la paralización de los pagos de las certificaciones de obras en curso y la liquidación de los créditos otorgados a las empresas dedicadas a la promoción de viviendas. A partir de ahí, fusiones, adquisiciones y cambios de nombres de bancos y cajas, más la creación de la maldita Sareb, el invento que tanto daño ha hecho con su oscura labor comercial y su pésima y caprichosa gestión. La hecatombe no se hizo esperar. Miles de construcciones se paralizaron. Muchas de ellas siguen ahí en muchísimas localidades, como toscos monumentos abandonados de hormigón y ladrillo a la desidia y el mal hacer de políticos ineptos y errados banqueros.
Hoy sufrimos sus consecuencias: tras más de quince años de práctica inactividad, hacen falta viviendas. Solo se construyen unas 80.000 cuando sería necesario poner a disposición del mercado una media de 400.000 anuales, durante un periodo de diez años, para poderse satisfacer la demanda. No hay que olvidar que en España ya somos casi 50 millones de habitantes y la cifra sigue ascendiendo.
El verdadero y auténtico problema está en que ya no me considero un buen vendedor. El tiempo me ha llenado de dudas sobre mí mismo y ya no sé cuando la consecuencia de mis actos vaya a ser positiva para mi prójimo. Soy pesimista sobre la posibilidad de que algo cambie del dueto impuestos más mala gestión. Me pregunto si es bueno tener en España una vivienda en propiedad con su aparejo hipotecario o por el contrario habría que sumarse al griterío imperante exigiendo un techo en alquiler a no pagar, como si fuese un derecho constitucional cuando en realidad no es más que un privilegio y así ha sido visto siempre. Ser propietario conlleva mucho esfuerzo y…éxito. ¿Estamos todos preparados para afrontar con provecho ese camino?. Analizamos correctamente nuestra capacidad de endeudamiento o de pago a largo plazo?.
En 2024, el 35,2 % de la población del Reino Unido vivía en arrendamiento, y la mayoría alquilaba a un propietario privado. La media europea es del 30,8 % y en España es del 25 %.
Se calcula que para cubrir la demanda inmediata de viviendas en alquiler sería necesario un parque disponible de más de 3 millones de unidades. Algo inabordable a día de hoy.
La desprotección de la mal llamada vivienda protegida es palpable. Los precios establecidos por ley en cada comunidad autónoma rebasan en mucho la capacidad de compra y endeudamiento de los demandantes. Los impuestos se ceban con las VPO al igual que ocurre con las viviendas de venta y renta libre y para colmo la escasez de suelo finalista destinado a la construcción de estas viviendas es clamorosa y…en el aire es difícil edificar.
A veces el promotor de viviendas se siente como un viejo león acorralado, rodeado de hienas hambrientas. Nadie da una explicación razonada y coherente del por qué un informe sectorial que puede realizarse en un par de semanas puede tardar meses en emitirse e incluso años. Por qué un ayuntamiento retrasa injustificadamente una aprobación definitiva de una modificación puntual de su Plan General de Ordenación o de un simple plan parcial, el otorgamiento de una licencia de obras….
Una fuente de 2011 indicaba que habían cerrado 26.692 promotoras, 47.942 constructoras y 51.214 inmobiliarias desde el inicio de la recesión hasta ese momento, representando un total de más de 153.000 empresas del sector que cesaron su actividad. En total se calcula que en estos 18 años han desaparecido más de 40.000 empresas promotoras, habiendo quedado operativas alrededor de 3.000 empresas.
La receta está clara: estudiar cuál es el producto habitacional que realmente se demanda, la capacidad económica verdadera de sus demandantes, ayudas públicas reales reduciendo impuestos, dando ayudas directas a los compradores, reducción de los intereses hipotecarios, agilización de los trámites urbanísticos de aprobación de nuevos suelos y de la concesión de licencias y por último no hacerle la vida imposible por parte de las administraciones y entidades financieras a quienes se dedican en cuerpo y alma a hacer que las familias dispongan de un lugar digno para poder desarrollar felizmente sus vidas.
Es todo cuanto puedo decir.


