Jesús Javier Corpas Mauleón. suiteinformación.- Calita, oreja y ovación, Arturo Gilio, que confirmó, oreja y silencio; y Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y dos orejas. Toros de Los Encinos.
La razón y la justicia prevalecieron. Casi 50.000 personas pudieron contemplar la despedida del rejoneador más grande de la historia en el aniversario de la plaza mayor del mundo.
Gritos unánimes de “libertad» para dejar claro que México quiere toros. El paseíllo lo abrieron cuatro charros entre los que figuraba el cantante y amigo personal de Pablo Hermoso de Mendoza, Pepe Aguilar.
Se decidió por las autoridades y actuantes, dado que había una confirmación de alternativa y eso provocaba que Pablo Hermoso de Mendoza tuviera que actuar en tercero y cuarto lugar, que lo hiciera en tercer y sexto.
Comenzó su actuación brindando a los hermanos Bailleres y a través de ellos a todo el pueblo mexicano, por su apoyo durante estos años y por su defensa de la tauromaquia. Recibió sobre Regaliz templando muy bien con redondos los derrotes de su primero, que siempre embestía dando un golpe final en la reunión. Tras el primer rejón de castigo, se aplomó y no sería hasta la segunda banderilla con Basajaun que volvería a insistir, sin temple, pero dando algo de emoción. Sin embargo Ilusión volvió a enfrentar a un toro parado que cuando embestía lo hacía con brusquedad. En el último tercio Justiciero se tuvo que meter por los adentros para colocar cortas y un par a dos manos, antes de dejar un rejonazo en lo alto.
El navarro brindó el último a su esposa Miren y sus hijos Paula, Guillermo y Alba. El cornúpeta se mostró brusco ante Nómada que lo galopó en largo. Aquí se vio la predisposición de Pablo porque, a pesar de que la res pedía a voces un segundo castigo, el jinete optó por dejarlo crudo con solo uno. Berlín templó la brusquedad para que el toro caminara tras su grupa como si fuese bueno. En la primera banderilla se le vino como un tren, sin obedecer al toque del caballo. A partir de aquí todo perfecto, hermosinas, trincherazos, galopes de costado o toreo frontal. Un recital del español. Con Malbec el morlaco se rajó, si bien valor y disposición de jinete su montura pudieron dar lucimiento a las piruetas. Lo encelaba con la cola, incluso tocando el testuz con los pelos aunque el astado rehuía la pelea. Cierre a lomo de Generoso con dos cortas, desplante del teléfono y un rejonazo mortal de necesidad.
Pablo salió a hombros de su hijo Guillermo entre un clamor de gritos. Decenas de miles voceaban «torero, torero». Algunos hasta lloraron.