Felipe De Jesús Estrada Ramírez
El 15 de Abril pero de 1990,
Julio Aparicio Díaz
Toma la Alternativa en la
Maestranza de Sevilla…
«La Tauromaquia
es la pasión que nos une…»
Hagamos de éste 2022
el año más Taurino
a pesar de las adversidades…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
(Bibliografía al final del texto)
Era un Domingo aquel 15 de abril de 1990, Julio Aparicio Díaz hizo el paseíllo vestido de blanco y oro, siendo su padrino Curro Romero y actuando de testigo Espartaco. El toro de la ceremonia pertenecía a la ganadería de Torrestrella, era negro de capa y de nombre “Rompelunas”
Julio Aparicio Díaz, conocido en el Mundo Taurino como Lulio Aparicio igual que su padre el Maestro Julio Aparicio, nació en Sevilla el 4 de enero de 1969. Se presentó con picadores en Gandía, Valencia el 8 de febrero de 1987, tenía 18 años y aquella tarde alternó junto a Fernando Lozano y Gregorio de Jesús, con novillos de la ganadería de «El Torreón».
Tuvo un Debut de ensueño en la plaza de Las Ventas de Madrid donde además Confirmó la alternativa en Madrid el 18 de mayo de 1994, Julio Aparicio vestido de grana y oro, Ortega Cano fue el padrino y Jesulín de Ubrique como testigo. El toro de la confirmación se llamó Candelero, era un negro zaíno, y pertenecía al hierro de Manolo González. Aparicio cuajó la faena de su vida al toro Cañego de Alcurrucén, al que cortó las dos orejas con las que saldría a hombros por la Puerta Grande. Una de las faenas más importantes de los últimos 20 años en la plaza de Las Ventas por la inspiración, el arte, el gusto, la hondura, la lentitud y la maestría en suma que Aparicio mostró esa tarde en el albero. Después de pases de tanteo, Aparicio se llevó al toro Cañego al centro del ruedo y allí comenzó su más bella obra. El diestro salía llorando de la cara del toro después de cada tanda. Madrid lo ovacionaba. Ejecutó de gran manera la suerte suprema y se sentó llorando sobre las tablas. Las dos orejas conseguidas a ley le consagraban como artista y como figura del toreo. Con las dos orejas se fue llorando a Antoñete y le dijo: «Me he acordado de usted, maestro».
“El toreo perfecto, el toreo mágico; la suma y compendio de cuantos retazos de toreo profundo, emotivo y bello se hayan podido ver en toda una vida de aficionado. Aquellos muletazos de dominio, aquellos pases de suavidad infinita, la galanura de las trincherillas y de los cambios de mano, los naturales en su expresión más pura, los redondos convertidos en exquisitez; el broche deslumbrante de las suertes cabalmente ligadas, resuelto mediante el revoloteo jubiloso del pase de pecho el embrujo del ayudado; la estocada en la cruz a volapié neto, volcándose el matador sobre el morrillo del toro”. Crónica de Joaquín Vidal, en El País.
“Lo que se produjo en el quinto, un nobilísimo y bravo ejemplar de Alcurrucén, fue una subversión. La sombra apática, melancólica, huidiza e indefensa, alzó su arrogancia infinita sobre el rojo caliente de una muleta planchada. Aparicio, de golpe, recuperó el aroma y el sabor y el saber. Las únicas sombras que quedaban entonces por el ruedo era el claroscuro tenue, apenas insinuado, del misterio…………….Aparicio se había desbordado en seis muletazos nada más y la plaza era un volcán en erupción…………..Llegó la estocada rotunda y exacta. Obra tan corta, tan intensa y tan bella halló su culminación adecuada”. Crónica de Javier Villán en El Mundo.
A partir de entonces Julio Aparicio se instaló en la cúspide del toreo en aquellos años, y comenzó a entrar en las principales ferias y plazas de España y de América. En la plaza de México confirma su doctorado el 13 de noviembre de 1994, teniendo como padrino a Jorge Gutiérrez y como testigo Manolo Mejía le cede del toro Retoño de la ganadería de Xajay.
Aparicio, tenía un particular concepto del toreo, de inspiración y arte, pero comenzó a tener a ser irregular en su carrera y en 1998 decidió retirarse por primera vez, y volvió en el año 2000 en la Plaza navarra de Fitero. Se esperaba hiciera de nuevo el paseíllo en la Plaza de Las Ventas, donde queda para siempre el recuerdo imborrable de aquella faena de dos orejas de 1994.
Los últimos años fueron los más aciagos en la carrera de Aparicio, no sólo por la falta de triunfos, sino porque fue cuando más percances sufrió, como el del Domingo de Resurrección de 2008 en Las Ventas, cuando un toro del Puerto de San Lorenzo le infirió una grave cornada de 25 centímetros en el muslo izquierdo.
El 21 de mayo de 2010, durante la Feria de San Isidro, sufrió una gravísima cogida cuando un toro le empitonó por el cuello, saliendo el asta por la boca del diestro, y produciéndole una gran herida y la fractura del maxilar superior. Fue rápidamente trasladado al Hospital 12 de Octubre, donde fue intervenido quirúrgicamente durante seis horas.
Nunca volvió de despegar en su trayectoria como figura… El 29 de mayo de 2012, al finalizar su segunda corrida de Las Ventas después de su reaparición, pidió a su compañero El Fandi, en presencia de Miguel Angel Perera, que le cortara la coleta de manera inesperada, tras fallar con la espada en su último toro de aquella tarde.
X años
2012-2022
de que se cortó la coleta
y dejó en el recuerdo imborrable,
la magia y su paso por
la Puerta Grande
aquella tarde de 1994…