La cita con los Cuadri en Madrid es de obligado cumplimiento para los buenos creyentes. Vueltas le había dado durante la semana al embarque de tanto burel castaño. No me gustaba la idea y a fe que no estaba mal encaminado. El único que demostró cierta condición fue el negro que hizo cuarto, de los de toda vida. Los coloraditos de galana y seria presencia, alegres de salida y prontos al caballo, tuvieron menor fondo que mi cajón de corbatas. El sobrero cárdeno de Saltillo, de imponente presencia, peleón en varas, tenía más peligro que una película de Tarantino. Corrida cuajada, desigual, con tres por encima de los 600 kilos largos, que fue complicada pero sin imposibles, muy parados, sacó casta y salvo el segundo, mal picado, tuvieron la fuerza necesaria para aguantar sin entregas. Las hemos visto peores y también mejores. Una más sin gran historia.
Ferrera sorteó el toro de la corrida. Le planteó una entregada faena, con intermitencias, pasajes brillantes en su mitad y acelerado final. La espada viajó baja pero hubo oreja.
A Chacón le tocaron dos castañazos con pocas posibilidades. En el primero lo intentó, y en el quinto no le dejaron, y desanimado cortó la faena, pero poco había que rascar.
A Gómez del Pilar lo vi bien, motivado y en forma. Estuvo notable en fases conseguidas en su primero, y el sobrero cabroncete de Saltillo, muy firme el toledano, no le hizo sufrir pero tampoco destacar.
La corrida se picó muy mal y se dejó banderillear sin grandes apuros. Destacaron los tres de a pie de Ferrera, con Fernando Sánchez que hizo doblete en saludos desmonterado.
Entrada importante, tres cuartos, unos quince mil dicen, con vergonzoso atraco en los precios, al menos para los que venimos de provincias, demostrando que otras programaciones son posibles y rentables, aparte de los habituales festejos del mono encaste y figuras de porcelana. A algunos de esos me gustaría ver con una de estas, pero eso es otra historia. Seguiremos buscando el Santo Grial, hay días en los que estamos cerca, ayer no tocaba.