La meritocracia es la base fundamental en la que se sustenta la Tauromaquia. Un chiquillo cuando empieza sueña con abrirse camino triunfando en Madrid, primero de novillero y más tarde de matador de toros. Es la base argumental y el camino de todo aquel que anda en esto y quiere ser figura del toreo.
No es nada nuevo; esa senda complicada ha sido seña de identidad y pasaporte a la fama durante siglos, la razón que ponga en valor: renuncias, esfuerzos, cornadas, sacrificios, en una vida íntegramente dedicada al toro.
Esa máxima fundamental, admitida y asimilada por todos y en todas las épocas, no se puede cambiar por cuatro filibusteros que vienen a trincar hasta los céntimos; sería ir contra la naturaleza misma del sistema de valores en los que está sustentado este arcaico pero verdadero castillo de naipes. Negar el triunfo en la plaza es ir contra los verdaderos pilares en los que se sustenta la Fiesta.
Fernando Adrián ha salido a hombros dos veces en 2023 en la primera plaza del mundo. Es una verdad incuestionable como hecho real ; dos tardes, dos puertas grandes. El que tenga bemoles que lo empate. Este torero, en cualquier época del toreo, hubiera tenido crédito y contratos para recorrer España dos veces. Luego, si le falla el motor o no, es otra historia. Pero la oportunidad indiscutiblemente la hubiera tenido.
Lo que es vergonzoso y peligroso para los pilares del toreo es negar la evidencia, robar el premio al que cabalmente se lo ha ganado en el ruedo; tirar piedras sobre el futuro y la vocación de tantos toreros que siguen soñando que un triunfo en Madrid cambiará su vida. Así ha sido siempre, es la verdad que sostiene nuestra Fiesta.
Cuando leo que Fernando Adrián, dos puertas grandes consecutivas en 2023, se puede quedar fuera de San Isidro por temas económicos, se me rasgan las carnes, sufro por ver en que manos hemos dejado nuestra pasión y devoción máxima. Si un San Isidro no es capaz de cubrir las pretensiones dinerarias de un torero con dos puertas grandes, que tampoco creo haya pedido el Oro de Moscú, es mejor no hacer malas leches y pensar que este mundo está perdido.
Espero y deseo que Fernando Adrián, y todos los Adrianes que vengan en el futuro, si es que nos queda algo de eso, piensen y sueñen que con sacrificio y esfuerzo se puede alcanzar la gloria. Cercenar el éxito es cavar una fosa profunda que no ve la luz del sol.
