M. Recio. suiteinformación. Pasada la Feria y concluido el ciclo taurino principal del abono, los miembros de los jurados inician sus tareas como protagonistas de esos premios -homenajes de reconocimiento a los profesionales taurinos actuantes.
No voy a ser yo quien señale a estos premios como oportunos y acertados o por el contrario perjudiciales a la fiesta. Es el gran público, los aficionados a los toros, quienes tienen que mostrar sus sensaciones positivas y negativas ante ellos.
El triunfador ya ha tenido su gloria en la plaza, tras el arrastre de sus toros.
Cada corrida encierra un mundo de hechos y situaciones irrepetibles, de estampas y detalles que quedan fotografiados en nuestras retinas y que jamas se borran de la memoria del buen torista y también del torerista.
Siempre he sido de la opinión que en los hacedores de premios prima un inevitable y vacuo interés por sustituir el protagonismo del premiado por el suyo propio.
Publicidad necesaria aparte, que todo hay que decirlo, subyace una finalidad nada altruista dirigida a influir en esa funesta lista que aglutina a los matadores en grupos como la Real Federación Española de Fútbol hace con los clubes. Que nadie se moleste por las afirmaciones que hago, pues tengo a muchos amigos participando en estos ensalzamientos, que provocan hondo pesar en quienes no se les reconocen sus indudables méritos. Para quien lo desconozca, existen matadores de toros del grupo A, B y C. ¡Toma ya!Absolutamente aberrante y anti taurino. Si en la temporada anterior has sumado un mínimo de 37 corridas, perteneces al grupo A. Con un mínimo de trece, alcanzas a estar en segunda división, grupo B. El resto de matadores engrosan los escalafones inferiores del grupo C.
Los matadores de toros del grupo A están obligados a contratar como fijos a dos picadores, tres banderilleros, un mozo de espadas y un ayudante de mozo de espadas durante toda la temporada; los del grupo B, tienen obligación de contratar como fijos a dos banderilleros y un picador, siendo el otro banderillero, el otro picador y el mozo de espadas, así como el ayuda, de libre contratación para cada actuación; y los del grupo C podrán contratar libremente a los componentes de su cuadrilla para cada actuación durante el transcurso de la temporada.
Los grupos en todo caso debieran estar nutridos por aquellos matadores que justifiquen su presencia en uno u otro en función de sus éxitos profesionales ante la cara del toro y no en los despachos de quienes programan las ferias con un año de antelación, asegurando los ingresos en taquilla.
Da igual por tanto que en Castellón, Valencia o Sevilla un matador salga por la puerta principal o la del Príncipe a hombros, pues las grandes ferias ya han sido programadas y con suerte sólo conseguirán figurar en los carteles en una sustitución.
Es esto lo que le queda a la fiesta? ¿Hacer inalcanzable para el matador colocarse en el grupo A, ese Monte Olimpo imposible de escalar, inventado por los mandamases económicos de la fiesta?
El tinglado no está bien diseñado y sólo genera desesperación, ansiedad y tristeza en los verdaderos protagonistas de la fiesta.
Sería más sensato que en todos los carteles se introdujera un matador de ese grupo C y así hacer patente el principio de igualdad de oportunidades, eje central de la libre competencia y reduciendo así el precio de todas las localidades.
Déjense de premios y pónganse en la tarea de organizar con más generosidad y justeza el reconocimiento debido por el éxito real de quien se juega la vida por ver cumplidos sus sueños.
Mejor las vacuidades en otro momento.