Manuel Recio Abad. suiteinformación.- No se me ocurre un mejor titular para estos apuntes sobre la corrida de toros, segunda del ciclo ferial, celebrada en La Línea de la Concepción. El cartel inicial anunciaba una terna con Morante de la Puebla, Andrés Roca Rey y Pablo Aguado con toros de El Parralejo, de encaste Vistahermosa vía Jandilla y que iniciara con una enorme ilusión mi buen amigo José Moya Sanabria, en Gloria esté. La no comparecencia del maestro Morante debido a la complicada situación de salud por la que atraviesa y al que deseamos pronta y total recuperación, dejó la cita en un mano a mano con Roca y Aguado de protagonistas.
Rafael Molina, que diligentemente dirige esta ganadería, trajo una corrida seria y cuajada con trapío y toros de excelentes hechuras, cómodos de cara, que desarrollaron desigual juego durante la lidia. Tres cuartos de entrada en tarde calurosa que concentró a un público expectante interesado en ver de nuevo en directo al diestro peruano, triunfador absoluto en los Sanfermines con dos salidas a hombros, junto al hispalense Aguado, genuino representante de la más pura escuela sevillana.
Con el primero de la tarde abría plaza Andres Roca Rey, recibiendo a “Arrabalero”, número 8, castaño listón y lo hizo con un toreo a la verónica de manos bajas y compás abierto, rematando con un revolera de perfecta apertura de capa alrededor del torero, fuertemente aplaudida. Se cierra el primer tercio con un solo puyazo. Hace su quite Roca por tafalleras en los medios. Inicia la faena de muleta con estatuarios a pies juntos. Se lleva al toro al centro del ruedo para bordar una faena con ambas manos, dejando a las claras por qué ocupa ese lugar de privilegio en el escalafón. Temple y poderío para llevar al bueno, bravo y noble parralejano por donde quiso y como quiso. Pases de pecho en redondo que puso al público de pie. Arrimón rozando los pitones con la taleguilla. Pases por alto para poner al toro en suerte y gran estocada de perfecta ejecución. Se piden con fuerza los máximos trofeos concediendo la presidencia las dos orejas.
El segundo de la tarde, con el número 63 y “Zambomba” en su DNI, único potable de su lote, no permitió a Aguado mostrar su buen gusto capotero. Cumplió bien en varas. Inicio de faena con doblones por bajo desarrollando un toreo variado con ambas manos intentando siempre parar tras cada pase al andarin instrumentista, que mete bien la cara lo que permite a Aguado confeccionar varias buenas tandas rematadas con pases de pecho, trincherillas, incluso algún kikirikí de añejo sabor. Mató de media en su sitio y certero descabello que le valió una oreja.
Dicen que Roca Rey le puede a todos los toros. No hay uno que no le permita hacer faena y triunfar. Además de valor, para conseguir ser lo que ya es, es necesario tener un temple descomunal, sentido de las distancias y quedarse colocado en el sitio justo donde sólo ahí, ligar el siguiente pase es posible. Todo ello realizado con naturalidad. Los pases cambiados llegan a los tendidos escuchándose más Ohes que Oles. Recibe a su segundo , tercero de la tarde “Opresor”, marcado con el 69, distraído y corretón. Cuesta fijarle, empuja en la única vara que tomó. Inicio de faena con pases a pies juntos por alto a una mano intercalando pases cambiados por la espalda sin levantar las zapatillas del albero. Varias tandas de derechazos sorteando la brusca embestida del 69. Remate por luquesinas muy aplaudidas. Cuando veremos un mano a mano Roca-Luque? Seguro que pronto. Media estocada. En el segundo intento logra una estocada tras ejecutar un perfecto volapie. Petición no mayoritaria. Ovación.
Descanso y la consabida merienda que con generosidad se comparte con los vecinos de localidad. Una buena costumbre que no debe perderse. Eso sí que es socializar. Sale al ruedo en cuarto lugar el número 62, de nombre “Impertinente”, negro mulato chorreao, que Pablo Aguado recibe toreando a la verónica. Empuja con fuerza sin conseguir derribar, pero sí desmontar al picador, lo que a punto estuvo de costarle un disgusto. Quite providencial y de nuevo arriba, no siendo ya necesario un nuevo encuentro. Quite por chicuelinas muy ajustadas en los medios sobre la boca de riego. Se duele en banderillas. Inicio de faena con pases por alto,con la mano izquierda apoyada en las tablas. Tandas de derechazos y naturales rematadas con molinetes firma de la casa. “Impertinente” se pone ídem, porque es un toro con sentido y ya ha aprendido la lección. Dos pinchazos, hondo el segundo, poniendo fin a su vida al tercer golpe de descabello. Ovación.
El Quinto correspondía a Andrés Roca Rey, un negro bragado, número 8 y por nombre “Gallareto”, costó fijarlo cambiándole los terrenos. Recibió un extraordinario puyazo bien ejecutado. Los encargados de parear lo hicieron de poder a poder ante un oponente veloz y que en el tercer par echó la cara arriba. Ovación del público obligando a saludar montera en mano. El limeño volvió a demostrar lo que encierra, ante el más complicado de su lote consiguió fijarlo en la muleta y realizar una faena de cercanías por ambos pitones y repertorio variado que el público entendió, guardando silencio durante toda la faena, con respeto ante lo que estaba presenciando. Pases en redondo con mando y temple. Media estocada casi entera. Sonó un aviso y el toro se echó, cuando el diestro se disponía a descabellar. Petición y oreja.
Cerraba la tarde “Gallito”, número 15, castaño bragao meano, que recibió Pablo Aguado con lances, sin lograr que metiera bien la cara en el engaño. Buenos primer y segundo tercio. Aguado brinda al público e inicia la faena de muleta con doblones por bajo. “Gallito” adolece de falta de fuerza, incluso dobla durante la faena derrumbándose, quizá por un problema físico anterior a su lidia. Se repone pero ya la faena tocaba a su fin. Dos pinchazos y media estocada con un certero descabello pusieron el broche final a este mano a mano que a nadie dejó indiferente. Salida a hombros del poderoso Andrés Roca Rey.