Felipe de Jesús Estrada Ramírez
Cronista de la Ciudad…
27 de enero se celebra el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto 1945-2023 y el 78.º aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau En vísperas del Día Internacional en Conmemoración del Holocausto, la presidenta Von der Leyen ha declarado:
«Nunca debemos olvidar a los seis millones de mujeres, hombres y niños judíos, ni a todas las demás víctimas, entre ellas cientos de miles de gitanos, asesinadas durante el Holocausto.
Este año recordaremos los movimientos de resistencia y de insurgencia de las comunidades judías en la Europa ocupada por los nazis. Conmemoraremos el 80.º aniversario de grandes levantamientos, como el del gueto de Varsovia el 19 de abril de 1943, que se convirtió en un símbolo de la resistencia judía y de la brutalidad del régimen nazi. También conmemoraremos otros actos de resistencia, por ejemplo, el de Bélgica, donde, ese mismo día, tres miembros de la Resistencia (Robert Maistriau, Youra Livchitz y Jean Franklemon) sabotearon un tren que transportaba a Auschwitz a judíos condenados a muerte. Esa acción permitió que algunos prisioneros de ese tren se fugasen y que sobreviviesen 120 de ellos.
Hubo otras revueltas de las que se habla menos, por ejemplo, en los campos de concentración y exterminio en Treblinka y Sobibor, y en el gueto de Białystok. Las víctimas judías no bajaron los brazos, sino que organizaron la resistencia frente a los nazis. Aún hoy, y siempre, podemos aprender de la fuerza, el valor y la determinación de aquellos combatientes y partisanos judíos escasamente armados que, contra viento y marea, consiguieron rebelarse pese a enfrentarse a una muerte casi segura. Lucharon en nombre de la justicia, decididos a defenderse. Como afirmó el superviviente de Auschwitz Elie Wiesel: “La pregunta no es por qué no lucharon todos los judíos, sino por qué tantos de ellos sí lo hicieron. Torturados, golpeados, matados de hambre, ¿de dónde sacaron la fuerza, espiritual y física, para resistir?” No podemos guardar silencio cuando se produce una injusticia, cuando se cometen masacres. Tenemos que denunciar el antisemitismo, el antigitanismo y todas las formas de odio y discriminación, ya sea por motivos de origen racial o étnico, religión o creencias, género, orientación sexual, edad o discapacidad. El antisemitismo causó el Holocausto, pero no se acabó a la vez que este. Una vez más, el antisemitismo está en alza en Europa, como también lo están la negación, la distorsión y la trivialización del Holocausto, que alimentan el antisemitismo y tienen efectos corrosivos en la memoria y la cohesión colectivas europeas. Las conmemoraciones no son un fin en sí mismas. Debemos dar un paso más. Debemos fomentar la vida judía. Europa solo puede prosperar si sus comunidades judías lo hacen también. Trabajaremos en pro de una Unión Europea libre de antisemitismo y de cualquier forma de discriminación, y por una sociedad europea abierta, inclusiva e igualitaria».
La Comisión presentó el 5 de octubre de 2021, por primera vez en la historia, una Estrategia de la UE de Lucha contra el Antisemitismo y Apoyo a la Vida Judía a fin de apoyar a los países y a la sociedad civil de la UE en su lucha contra el antisemitismo. La conmemoración del Holocausto es un pilar esencial de los esfuerzos por velar por que nunca olvidemos nuestra historia.
Este año 2023, como parte de sus iniciativas para señalar el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, la Comisión Europea organizó el 23 de enero la conferencia de conmemoración del Holocausto «Conmemorar el pasado. Construir el futuro», en colaboración con la presidencia sueca del Consejo, la presidencia sueca de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) y las organizaciones centrales judías con sede en Bruselas. Como medida de sensibilización ante la distorsión del Holocausto y para contrarrestar este fenómeno, la Comisión ha puesto en marcha y sigue fomentando la campaña a escala mundial #ProtectTheFacts junto con la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), la UNESCO y las Naciones Unidas. En 2005, la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la recordación del Holocausto (60/7) designó el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. El 27 de enero de 1945, las fuerzas aliadas liberaron el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. La Resolución insta a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas a que honren la memoria de las víctimas del Holocausto y fomenten la elaboración de programas educativos sobre la historia del Holocausto a fin de evitar futuros actos de genocidio. También reclama que se preserven activamente los lugares del Holocausto como los campos de exterminio, los campos de concentración, los campos de trabajo forzoso y las prisiones nazis.
En enero de 2022, las Naciones Unidas adoptaron una nueva resolución en la que condenaban la negación y la distorsión del Holocausto. En ella se insta a los miembros de las Naciones Unidas y a las empresas de redes sociales a que adopten medidas activas para luchar contra el antisemitismo y la negación o distorsión del Holocausto. La Comisión Europea y los Estados miembros de la UE se han comprometido a luchar contra el antigitanismo como parte del marco estratégico de la UE para los gitanos y de la Recomendación del Consejo relativa a los gitanos. El 9 de enero de 2023 se adoptó un primer informe de evaluación de los marcos estratégicos nacionales de los Estados miembros para los gitanos. Como parte del programa Ciudadanos, Igualdad, Derechos y Valores (CERV), la Comisión Europea destinará en 2023 más de 10 millones de euros a la financiación por la UE de proyectos sobre memoria histórica europea. Se dará especial prioridad a los proyectos destinados a reforzar la memoria histórica del Holocausto y la educación y la investigación sobre el Holocausto, o a luchar contra la negación y la distorsión del Holocausto.
Desde su origen en 1920, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán defendía la segregación de los judíos de la sociedad germana. El antisemitismo presente en Europa se convertiría en el eje de la política nazi con su llegada al poder en enero de 1933. El régimen totalitario de Adolf Hitler impulsó una serie de propuestas legislativas que relegaron a los judíos a ser ciudadanos de segunda clase, por lo que fue intensificando las expropiaciones y las detenciones forzosas contra la comunidad.
La deportación de 16.000 judíos polacos de Alemania motivó a Herschel Grynszpan, un polaco de origen judío, a asesinar en París al diplomático alemán Ernst vom Rath. Este atentado desencadenó la noche de los cristales rotos el 9 de noviembre de 1938. Ese día, las fuerzas paramilitares nazis (SS) y la población civil lanzaron ataques coordinados contra los judíos en toda Alemania. Casi un centenar perdieron la vida y miles fueron enviados a campos de concentración. A partir de ahí, los nazis radicalizaron sus posiciones antisemitas y empezaron a plantearse el exterminio de la población judía de Europa.
El expansionismo del Tercer Reich alcanzó una nueva dimensión con la invasión de Polonia en septiembre de 1939. La entrada de las Fuerzas Armadas alemanas en territorio polaco dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Con ello, las ambiciones militares de Hitler se extendieron a casi todo el continente. Esas nuevas conquistas de los nazis generaron un conflicto poblacional en las extensas fronteras de Alemania. El Partido necesitaba eliminar a los pueblos autóctonos para reubicar a los alemanes a lo largo del lebensraum, el espacio vital alemán para los nazis. De este modo, los altos dirigentes decidieron acabar con los judíos y otras minorías que pudieran obstruir la germanización de los territorios anexionados.
El plan inicial constaba de dos medidas: fusilamientos masivos de los escuadrones de la muerte y deportaciones a los campos de concentración. Esto obligó al Tercer Reich a acelerar su construcción. En mayo de 1940, Auschwitz se convirtió en el séptimo campo que los alemanes levantaban. Los nazis edificaron el complejo sobre unas instalaciones abandonadas del Ejército de Polonia en el pueblo de Oświęcim (‘Auschwitz’ en polaco). La elección de esta localidad obedecía a factores estratégicos: conectaba las líneas ferroviarias de Praga y Viena con Berlín y Varsovia, facilitando el transporte masivo de personas. Auschwitz se convirtió así en el centro neurálgico de los campos administrados por las SS.
La operación Barbarroja marcó un antes y un después en la cuestión judía. Los nazis culparon a los judíos de haber alentado a las milicias partisanas que frustraron la invasión alemana de la Unión Soviética en 1941. En ese contexto, los altos rangos del Partido y las SS se reunieron enero de 1942 en Wannsee, al suroeste de Berlín, para aprobar la “solución final a la cuestión judía”. Los quince asistentes acordaron el genocidio de los judíos en las cámaras de gas de los campos de exterminio. Los prisioneros serían envenenados con Zyklon B, un pesticida de base de cianuro, y sus cadáveres pasarían a los hornos crematorios.
La “solución final” obligó a ampliar las instalaciones de Auschwitz con la edificación de Birkenau (Auschwitz II) y Monowitz (Auschwitz III). A diferencia de Auschwitz I y III, donde los judíos realizaban trabajos forzados, Birkenau se concibió para su aniquilación: más de dos tercios de los recién llegados fueron directo a las cámaras de gas. Bajo el liderazgo del comandante Rudolf Hess, Auschwitz se convirtió en el campo de exterminio nazi más grande de Europa, con unos 4.000 miembros de las SS desplazados allí en el verano de 1944.
A finales de ese 1944, el curso de la guerra ya anunciaba la derrota de Alemania. Meses antes, el Ejército Rojo había aprovechado el desembarco de los Aliados en la región francesa de Normandía para lanzar la operación Bagration en el este. Con esta ofensiva, los militares soviéticos impidieron que los alemanes trasladaran sus divisiones al frente occidental y les expulsaron de la URSS. Después, la inminente llegada de las tropas de Stalin a Polonia incitó a los nazis a evacuar los campos de concentración.
El Ejército Rojo entró en Auschwitz el 27 de enero de 1945. Los soviéticos liberaron a los más de 7.000 prisioneros que quedaban en el complejo. Para entonces, los guardias nazis ya habían huido y destruido las cámaras de gas de Birkenau, en un intento por tapar las atrocidades. Se calcula que 1,1 millones de personas murieron en Auschwitz desde 1940 hasta 1945. Cuarenta oficiales de las SS, incluido Rudolf Hess, fueron procesados y condenados por sus crímenes. Hess murió ahorcado en el campo que había dirigido durante más de tres años, y la llegada de las fuerzas soviéticas marcaría desde 2005 el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto.