
El Pacífico es el mayor catálogo de islas que uno puede imaginar: unas 20.000 o 30.000, incluso su número es difícil de determinar con exactitud. Las hay grandes, gigantes, como Australia (que no se considera realmente isla sino continente) o Papúa Nueva Guinea, islas medianas, archipiélagos infinitos, atolones y hasta pequeños islotes que no alcanzan la consideración de islas. En 1898 España perdió los últimos restos de su gran imperio y lo hizo precisamente en el Pacífico. A finales del siglo XIX todavía quedaban desperdigadas por ese inmenso océano algunas islas que se habían ido incorporando a su territorio desde el siglo XVI. Las más destacadas eran las islas Filipinas, pero también otras más desconocidas e insignificantes, al menos en tamaño, cuyos nombres ya ni siquiera suenan familiares a los españoles del siglo XXI: las Marianas, las Carolinas y Palaos. Filipinas pasó a manos de los estadounidenses en 1898, pero hubo que esperar unos meses más para que perdiésemos el resto de las islas Con el tratado germano-español firmado en Madrid el 12 de febrero de 1899, España cedió definitivamente al imperio alemán los archipiélagos de las Carolinas, Palaos, y Marianas, excepto la isla de Guam, ya cedida a Estados Unidos por el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, por el que España había abandonado sus demandas sobre Cuba (que declaró su independencia) y cedido oficialmente a los Estados Unidos Filipinas, Guam y Puerto Rico
El 25 de septiembre de 1513 Núñez de Balboa se asomó por primera vez al Pacífico. Nunca podría haber imaginado la distancia que le separaba de la costa asiática, ni que en aquel nuevo océano se dispersaban miles de islas, más o menos diminutas, que tanto tardaríamos en descubrir y conocer
Los primeros exploradores por este mundo de islas inciertas fueron personajes heroicos como Magallanes y Elcano en su vuelta al mundo, o como Loaisa, Álvaro de Saavedra, Villalobos, Ladrillero, Urdaneta, Legazpi, Mendaña… y una amplísima relación de marinos que firman las páginas más fascinantes de nuestra historia de la exploración. Aquel océano inmenso que Núñez de Balboa llamó Mar del Sur y más tarde Pigafetta (cronista de Magallanes) renombró Pacífico, se convirtió realmente en el Gran Lago español, un mundo casi infinito en el que se esparcían más de 20.000 islas. Los españoles dieron nombre a miles de ellas; en algunos casos, se limitaron a avistarlas, ponerles un nombre sobre el mapa, y pasar de largo sin que nunca llegara a haber presencia real española. Así pasó por ejemplo en Hawaii, en las Islas Salomón, en muchas islas de la actual Polinesia Francesa, en islas e islotes cercanos a Australia, en Vanuatu, en las Molucas e incluso en algunas islas de los archipiélagos más hispanos, como Filipinas, Marianas o Carolinas. Eran de difícil acceso, sin demasiados recursos económicos que aportar y a miles y miles de kilómetros de distancia, en los que nunca resultó fácil ejercer la autoridad de la corona. El imperio tenía otros muchos frentes que abordar y territorios que gobernar
Descubiertas por Toribio Alonso de Salazar en el viaje en el que murió Elcano en 1526, se avistó entonces solo la isla de Taongui, conocida como San Bartolomé o de Gaspar Rico, y fue realmente en 1528 cuando las redescubrió Álvaro de Saavedra y tomó posesión para la Corona española de las islas de Uluti o de los Reyes, en el actual archipiélago de las Marshall, conocidas algún tiempo después como islas de los Garbanzos. Su nombre definitivo, Carolinas, se lo dio Francisco de Lezcano en 1686 en honor del rey Carlos II de España. Bajo este nombre se incluían también las islas Palaos y las Islas de los Pintados, que después serían rebautizadas como islas Gilbert e islas Marshall por los exploradores ingleses. Apenas queda nada en las islas de la presencia española (350 años ) una ciudad llamada Kolonia que es hoy capital de la isla de Pohnpei (que no del estado), un fuerte en en Yap (“Spanish Fort”) y unas murallas en Pohnpei (“Spanish Wall”) Las navegaciones españolas al Pacífico tuvieron dos épocas principales. La primera abarca desde 1521 a 1606, y la segunda los reinados de Carlos III y Carlos IV a finales del siglo XVIII y principios del XIX, aunque sigue habiendo viajes y descubrimientos entre ambos periodos y durante todo el siglo XIX. El Galeón de Manila, Nao de China o Galeón de Acapulco, comunicó durante siglos España con las islas más remotas de su imperio, a través de los puertos americanos. Las naves cruzaban el océano Pacífico una o dos veces al año entre Manila y los puertos de Nueva España, principalmente Acapulco. 


