Manuel Recio Abad. suiteinformación.- Al desarrollo industrial que a comienzos del siglo XIX se inició en Inglaterra, se lo conoce como Primera Revolución Industrial. Consistió en una profunda transformación tecnológica y social ocurrida durante el periodo transcurrido entre 1760 y 1840 aproximadamente. Nace tras la invención de la máquina de vapor, cambios normativos y el inicio de la competencia empresarial entre Reino Unido, Francia y Alemania.
En España se hace presente sobre 1830, siendo la industria textil en Cataluña la abanderada de la nueva situación, cuya activa burguesía ya demostró su fuerza y determinación con anterioridad al siglo XIX. Se producen importantes cambios tecnológicos, socioeconómicos y culturales. Sin conocer este fenómeno que tuvo lugar en los países más desarrollados, es muy difícil entender los sucesos que han tenido lugar desde entonces a nuestros días. Es preciso estudiar esta parte de nuestra historia con interés y detenimiento para hallar una explicación a cuanto ha acaecido.
Cuántos avances se fueron produciendo, propiciaron otros nuevos y así fuimos alcanzando un nivel de vida difícil de imaginar, en el transcurso de algo más de un siglo de existencia de la especie humana. La oferta de bienes y servicios y la generación de su demanda es la base de la actual economía, generación de recursos e ingresos. El carbón y el acero han dejado paso al átomo y más tarde a los diez minerales más importantes para el desarrollo de la electrónica: Cuarzo, estaño, tungsteno, plomo, cobre, hierro, aluminio, yeso, fluorita y zinc. Para la extracción y manipulación de estos minerales se construyen inmensas factorías. Se requiere, para la producción de la energía eléctrica necesaria, poner en funcionamiento grandes centrales eléctricas, algunas de las cuales utilizan el carbón (hulla principalmente) para calentar el agua que hace funcionar las turbinas de generación.
Estas centrales han requerido de importantes inversiones y hoy algunas de ellas se encuentran en desuso. Hay quien pueda pensar que era necesario este tipo de centrales térmicas para dar salida al carbón extraído en las minas españolas. Pues no, nada más lejos de la realidad.
La central térmica de Los Barrios fue propiedad de la Compañía Sevillana de Electricidad, más tarde de Endesa quien la vendió a Viesgo y actualmente forma parte de los activos de EDP ( Energías de Portugal). Situada en el centro de la Bahía de Algeciras, en el Campo de Gibraltar, se aprovisionaba de carbón procedente de Sudáfrica (70%) y Colombia (30%), si bien se han utilizado alternativamente carbones procedentes de EE. UU., Australia e Indonesia. Hoy no es más que un monumento a la industria fallida, a la desidia de quienes se comprometieron a desmantelarla, una vez cesara su funcionamiento. Se encuentra parada desde marzo de 2019, con su chimenea de 230 metros de altura, 70 menos que la torre Eiffel, una horrenda grúa para descarga de mineral colocada al borde de la bahía y varios miles de metros cuadrados de naves de almacenaje, cintas transportadoras y maquinaria abandonada, que afea y deteriora el paisaje en una zona de dunas entre las desembocaduras de los ríos Palmones y Guadarranque, paraje de singular belleza.
El nuevo destino que va a darse a los terrenos ocupados por esta factoría, será la construcción de una planta de producción de hidrógeno verde mediante electrólisis, lo que no justifica mantener sin ser derribadas, unas inmensas instalaciones obsoletas e inservibles. El precio del carbón transportado en barcos , la hacía antieconómica por los altos costes de los fletes.
Conservar las instalaciones industriales cerradas, en estado de abandono es contrario a todo cuanto hoy se impone y legisla sobre respeto al medio ambiente, energías renovables, el paisaje y la regeneración y conservación de las especies.