Viajé a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y estando ya de camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas que el Gran Duque de Alba pasaba a Flandes…».
Miguel de Cervantes en el Quijote
El Camino español era la ruta que recorrían los Tercios y que unía Milán con Bruselas.
Durante años la infantería usó esa misma ruta para llegar a los Países Bajos españoles.
Tras la rebelión de las provincias de Flandes se tuvo que idear una forma de mantener la unión con la Monarquía Hispánica, descartando la vía marítima y que fuera un paso seguro que no supusiera una ruta por Francia y eludiendo los territorios de la calvinista Ginebra.
El III Duque de Alba fue el encargado de diseñar un recorrido que se inició en la primavera de 1567. Esta ruta atravesaba Estados aliados (Saboya y Lorena) y territorios pertenecientes a la corona Española (Milanesado, Franco-Condado y Países Bajos Españoles), bordeando Francia.
Los Tercios embarcaban en Barcelona, llegaban a Génova, se avituallaban en Milán y seguían trayecto hasta su destino, posibilitando un florecimiento en la economía allá por dónde pasaban: alojamiento, manutención, comercio. Había acercamiento entre los habitantes de las poblaciones y los soldados.
Se puso en marcha toda una maquinaria logística, abriendo pasos de montaña, levantando puentes, ensanchando caminos, ubicación de depósitos de abastecimiento cada etapa de la ruta. Fue una cuestión de estado, una ruta que hacía temer a los franceses por el paso de los soldados españoles, pues se veían rodeados por todos los flancos.
Tras las conspiraciones de Francia y la ocupación del ducado de Lorena ahogó cualquier otra alternativa, desmantelando este histórico paso de nuestros soldados españoles.
En la actualidad se pueden observar en algunas poblaciones, durante su recorrido, letreros que hacen mención al Camino Español.