Álvaro Filgueira. suiteinformación.- El legado de Anselmo se entrelaza con las vidas de aquellos que, gracias a su valentía, pudieron encontrar un camino hacia la seguridad y la libertad.
En un frío día de febrero de 1937, en medio del caos y la desesperación de la Guerra Civil española, un hombre valiente y decidido se convirtió en un símbolo de resistencia y humanidad en las costas de Vélez-Málaga. Aquel día, miles de personas intentaban desesperadamente escapar del avance implacable de las tropas franquistas hacia Almería, en lo que se conocería como «la Desbandá». Entre ellos se encontraba Anselmo Antonio Manuel Vilar García, nacido en Castro de Rei, Lugo, un gallego lejos de su tierra, pero cerca de su destino.
Anselmo era el farero encargado de la torre que iluminaba las aguas turbulentas de la costa malagueña, guiando a los navegantes en tiempos de calma y tempestad. Pero aquel día, su papel trascendió más allá de la simple navegación. Desde su privilegiada posición, observó con horror cómo los barcos alemanes e italianos, aliados del bando nacional, bombardeaban sin piedad a los indefensos civiles que huían por los caminos costeros. Sin vacilar, Anselmo tomó una decisión que cambiaría el curso de la historia y sellaría su destino.
Apagando la linterna del faro, sumió en la oscuridad la costa que había iluminado durante tanto tiempo. Su acto de valentía y resistencia desafió a la crueldad de la guerra, y en un instante se convirtió en el faro de esperanza para aquellos que buscaban escapar de la violencia y el terror. Aunque su gesto pasó desapercibido para muchos en aquel momento, la magnitud de su sacrificio se revelaría con el tiempo.
Se estima que gracias a la acción de Anselmo, alrededor de 180.000 personas pudieron salvar sus vidas al evitar convertirse en blancos de los bombardeos enemigos. Cada una de esas vidas representa una historia de supervivencia y esperanza, un testimonio del poder del altruismo incluso en los momentos más oscuros de la historia. El legado de Anselmo se entrelaza con las vidas de aquellos que, gracias a su valentía, pudieron encontrar un camino hacia la seguridad y la libertad.
Sin embargo, la recompensa por su acto heroico fue cruel e injusta. Las fuerzas franquistas, al descubrir su intervención, lo arrestaron y condenaron a muerte. Anselmo Vilar García, el farero gallego que había iluminado el camino de tantos hacia la seguridad, fue fusilado junto al cementerio de Torre del Mar, un final trágico para un hombre cuya valentía y sacrificio merecían ser recordados y honrados por generaciones venideras.
A pesar de la tragedia de su destino, Anselmo Vilar García sigue siendo un símbolo de coraje y humanidad, un recordatorio de que incluso en los momentos más sombríos, un solo acto de bondad puede iluminar el camino hacia un futuro mejor. Su historia perdura como un legado de esperanza y resistencia en tiempos de adversidad, inspirando a aquellos que escuchan su relato a nunca renunciar a sus principios y valores, incluso frente a la más abrumadora de las adversidades.