Se cumplieron los pronósticos y Jeanette Jara (51), la candidata de la coalición de izquierda, ha ganado la primera vuelta de las elecciones con un 26,8% de los sufragios. Pero el ultraconservador José Antonio Kast (59) ha logrado, con casi un 24% de los votos, una cercana segunda posición, recortando considerablemente la distancia que le daban los sondeos. Ambos se medirán en una segunda vuelta en la que la ultraderecha enfila con paso firme al palacio presidencial de La Moneda.
El resto de candidatos de la derecha, el más ultra Johannes Kaiser -el ‘Milei’ chileno-, y la representante de la derecha tradicional Evelyn Matthei, se han apresurado a felicitar a Kast cuando el escrutinio arrojaba un resultado claro y a confirmar que apoyan su candidatura para la segunda vuelta, que se celebrará el 14 de diciembre. A la tercera va la vencida para Kast, que ya lo intentó antes en dos ocasiones, en 2017 y 2021, pero ahora acaricia la presidencia de Chile con la punta de los dedos.
“Llamamos a todas las personas que votaron por nosotros que por favor apoyen en segunda vuelta al candidato Kast porque es superimportante que no continúe este gobierno en el poder”, ha clamado la ya excandidata Matthei, sobre el escenario del comando de Kast, al que ha llegado de las primeras para felicitarle en persona. Minutos después ha hecho lo mismo Kaiser y ha expresado su apoyo a Kast «para respaldar a Chile» y «contra el comunismo»:
“Esta primera vuelta ha sido una especie de primarias para la derecha. La izquierda ya hizo las suyas”, apuntaba a RNE Mireya Dávila, Académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, dos días antes de los comicios, que han confirmado a Kast no solo como líder del bloque, sino como presidenciable. Si sumamos los votos de los tres candidatos que rivalizaban por liderar esa parte del espectro, Kast (24%), Kaiser (13,9%) y Matthei (12,5%), superan aún por la mínima el 50% de los sufragios, y abonan la senda a La Moneda.
Carlos Malamud: «Kast es el principal favorito, pero las elecciones hay que ganarlas»
Está por ver a quién da su apoyo el populista Franco Parisi, que con su lema ‘Ni facho ni comunista’ ha dado la sorpresa con un 19,6% de los votos y ha arrebatado al ultra Kaiser la tercera posición que le daban las encuestas. Consciente de que la base de Parisi puede ser clave para decantar la balanza en el balotaje, Jara ha pedido su apoyo públicamente para contener a la ultraderecha, pero Parisi no ha recogido el guante. Al menos de momento.
«Estamos dispuestos a ayudar de verdad a quien sea el próximo presidente o presidenta. Vamos a conversar con ellos en el momento adecuado y en los términos abiertos que nosotros estamos buscando. Queremos una política pragmática», ha subrayado Parisi sin dar pistas sobre sus intenciones. «Ellos son quienes ahora tienen los problemas, nosotros no necesitamos ningún favor. Ellos tienen que ganarse la opinión de la gente, no al revés», se ha jactado el populista, que es el favorito de la Generación Z gracias a su efectiva campaña en TikTok.
Jeanette Jara, militante comunista desde la juventud, tendrá que invertir el mes que queda hasta la cita definitiva en recabar apoyos para darle la vuelta al resultado. Su base es prácticamente igual al apoyo con el que cuenta el actual presidente, Gabriel Boric, de cuyo ejecutivo fue ministra de Trabajo, con logros como la subida del salario mínimo o una reforma de las pensiones. El todavía presidente se ha limitado a pedir un «debate de altura» a los dos candidatos de cara a la segunda vuelta.
«La democracia hay que cuidarla y valorarla. Nos costó mucho recuperarla para que hoy se ponga en riesgo», ha alertado Jara en su discurso de ganadora, que, sin embargo, no ha tenido ningún tono triunfal. No llegar al 30% de los votos que le aseguraban todos los sondeos es a todas luces un fracaso. Su mejor baza es encender las alarmas sobre el auge de la ultraderecha y despertar los fantasmas de la dictadura. No en vano, Kast y Kaiser se consideran seguidores del legado de Augusto Pinochet. Kast ha intentado moderar esa postura en las semanas previas a los comicios, pero en el pasado defendió un Gobierno militar e incluso llegó a decir que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él.
A Jara le pesa ser considerada la candidata del oficialismo. «Ha tratado de desmarcarse, pero no lo suficiente. Ha tenido poco tiempo (fue elegida candidata en junio). Quizá pueda crecer un poco con algún voto de Parisi, Mayne-Nichols, Ominami o Artés. Pero no va a ser suficiente», señala Dávila.
Excepto Parisi, ninguno del resto de candidatos ubicados entre el centro y la izquierda del espectro ha logrado más del 1,2 % de votos. Con los resultados de la primera vuelta, todos juntos, incluyendo el buen resultado de Parisi, no llegan a la mitad de los sufragios. El techo de Jara está cerca de su suelo.
«Sabemos que el camino no será fácil. Casi la mitad del país no votó por ninguno de quienes pasamos a segunda vuelta. Eso no es una sentencia: es un desafío», ha manifestado la candidata oficialista tras conocerse los resultados, consciente de la importancia de recabar los votos de otros candidatos.
Histórica militante comunista, abogada y exdirigente estudiantil, Jara nació hace 51 años en Conchalí, una de las zonas más pobres del norte de Santiago, donde lidió con carencias, la constante búsqueda de empleo de sus padres y deudas por créditos para poder estudiar, según cuenta la periodista Alejandra Carmona en su biografía ‘Jeannette’. Pero ha hecho de su origen humilde su seña de identidad.
Militante comunista desde los 14 años, recientemente anunció que, de llegar a la Presidencia, «suspenderá o renunciará» al partido como señal de que representa a «una coalición mucho más amplia». Considerada una figura menos dogmática que otros líderes comunistas, no era la primera opción de la dirección del partido, con la que públicamente ha mantenido diferencias, como cuando admitió que en Cuba hay presos políticos.
Su carrera en el sector público comenzó de la mano de Michelle Bachelet (2014-2018), quien la nombró subsecretaria de Previsión Social. Desde entonces mantienen una relación de afinidad política y personal y, a menudo, se las compara por su estilo empático y cercano. Tras esa experiencia, en la que demostró su capacidad de diálogo con empresarios y sindicatos, fue propuesta para asumir, en el Gobierno de Boric, el Ministerio de Trabajo, cartera que no estaba en manos del PC desde 1973. Como ministra ha destacado por su habilidad negociadora en leyes clave para el Ejecutivo, como la reforma de las pensiones, la reducción de la jornada laboral a 40 horas o el aumento del salario mínimo.
Chile vota a la contra
En Chile, la ley no permite a los candidatos presentarse a dos mandatos consecutivos. Y Chile vota tradicionalmente en rechazo al gobierno. Desde que hace 20 años Ricardo Lagos le entregara el bastón de mando a Michelle Bachelet, no ha habido continuidad. Gana siempre la oposición, la alternancia la representa en este momento José Antonio Kast, cuyo partido es hermano de VOX en España.
«Lleva mucho tiempo preparándose para ello y lo cierto es que ha recorrido todo Chile de norte a sur. Ha realizado un trabajo electoral muy fuerte. Visitó todas las comunas, mucho trabajo en terreno… Eso hace la diferencia», anota Dávila sobre el ascenso de Kast, que ha pedido tras el escrutinio «un cambio real» y «reconstruir la patria».
Con una campaña casi monotemática, centrada en el combate a la delincuencia y en la migración, Kast se presenta como el garante del orden al frente de un eventual gobierno que, considera, debería ser de emergencia para hacer frente a «un país que económicamente se cae a pedazos» (la previsión es de un crecimiento del 2’5% en 2025); expulsar a los inmigrantes irregulares en el país (son solo unos 330.000); y frenar la criminalidad (6 homicidios por cada 100 mil habitantes, muy por debajo de la media de América Latina de 20/100 mil).
“Requerimos unidad para avanzar en seguridad, en vivienda, en educación y en todos los temas que se han visto muy afectados por malas políticas de este gobierno”, ha aseverado Kast ante sus seguidores tras conocerse los resultados, en un tono mucho más eufórico y triunfal que Jara, gracias a esa segunda posición que ya huele a victoria.
A diferencia de sus otros dos intentos por llegar a la Presidencia, en esta campaña Kast ha evitado a toda costa hablar en público de sus convicciones ultraconservadoras en materia de libertades individuales, como el aborto, el matrimonio igualitario o la píldora del día después, así como de su defensa de la dictadura militar (1973-1990).
Cuando le han preguntado, en las escasas entrevistas concedidas, se ha limitado a decir que tiene «las mismas convicciones», pero que «los chilenos hoy día tienen otras urgencias». Este exdiputado y abogado ultracatólico de 59 años y padre de nueve hijos, ha tenido éxito presentándose como la «alternativa al caos», pero sin las estridencias del candidato ultra Kaiser, más próximo a Milei. Pese a tener agendas programáticas muy parecidas, se diferencia de estos en sus formas, mucho menos disruptivas y agresivas, y en su tono sosegado.
Deportaciones masivas, blindaje de la frontera norte con vallas y zanjas, cárceles de máxima seguridad con aislamiento total para líderes del narcotráfico y endurecimiento del Código Penal son algunas de las medidas que promete si gana el próximo 14 de diciembre. También propone convertir la migración irregular en un delito y limitar beneficios públicos en salud, educación y vivienda para inmigrantes sin documentos.
Hijo de una próspera pareja de migrantes alemanes –su padre estuvo afiliado al partido nazi– y licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica, Kast no es un outsider de la política. Fue diputado 16 años por el conservador Unión Demócrata Independiente (UDI), que abandonó antes de su primer intento por llegar a La Moneda como independiente. En 2019 fundó el Partido Republicano, que le llevó dos años después a ganar la primera vuelta de las presidenciales, aunque perdió contra Boric por amplio margen en la segunda vuelta. El primer gran triunfo del Partido Republicano fue el sorpasso a la derecha tradicional hace cuatro años. Dos años después, consiguieron ganar las constituyentes y lideraron la redacción fallida de una segunda propuesta de Constitución.
¿Confirmará Chile la derechización de América Latina?
El 14 de diciembre los chilenos optarán entre dos candidatos en los polos. De un lado, una militante comunista nunca había optado a la presidencia en la Historia del país. De otro, quien en su trayectoria política no ha ocultado sus simpatías por Augusto Pinochet al frente de una dictadura militar que dejó más de tres mil muertos.
Conviene no obviar la tendencia regional y mundial. En 2025 ha habido comicios en diferentes países latinoamericanos y en todos, los vientos han venido de cara para la derecha más dura. Daniel Noboa en Ecuador. Rodrigo Paz en Bolivia, donde puso fin a 30 años de gobiernos de izquierda. Javier Milei se afianza en las legislativas en Argentina, pese a las polémicas de su primer año de mandato. Todos en la estela de la ‘mano dura’ de Bukele en El Salvador, que ha hecho bandera de su lucha contra el crimen; y con el mandatario estadounidense Donald Trump, como mentor.
¿Seguirá Chile el mismo camino? La incógnita se despejará dentro de un mes. El relevo en el Palacio de la Moneda se consumará en marzo de 2026.










