La mujer cordobesa que enamoró a Cristóbal Colón, y que fue su amante, después de la muerte de su esposa, fue una mujer de origen humilde, que nació en la aldea de Santa María de Trassierra.
Era hija de Pedro de Torquemada y Ana Núñez de Arana. Siendo huérfana desde su temprana infancia se trasladó a vivir con sus familiares en Córdoba. Aprendió a leer y a escribir, habilidades no tan comunes en las mujeres de la época.
Cristóbal Colón conoció a Beatriz en 1487, cuando este buscaba apoyo ante los Reyes Católicos para su proyecto hacia las Indias, en casa de unos parientes. Ella tenía 20 años y él ya era viudo, -se llevaban 14 años de diferencia-. Aunque nunca se casaron, desde un principio estuvieron juntos.
Un año despues de conocerse, nació su hijo en común al que llamaron Hernando, en 1488, y al partir Cristóbal en 1492 hacia América, dejó a sus dos hijos al cuidado de Beatriz, quien se esmeró en su labor de madre y educadora, hasta el punto de ser felicitada por Isabel la Católica.
Su casa de Córdoba se convirtió en lugar de estancia cuando Colón necesitó dejar a sus hijos al cuidado de una persona de confianza. A su cuidado en Córdoba quedaron Diego y Hernando cuando el descubridor se hizo a la mar en 1492. Hernando vivía con ella, pero Diego, que había estado esperando a su padre en el monasterio de La Rábida, fue encomendado al clérigo Martín Sánchez y a Juan Cabezudo con órdenes de que lo llevaran a Córdoba al lado de Beatriz Enríquez.
Cristóbal Colón nunca llegó a casarse con la bella cordobesa. Después de 1492, la barrera social que se produjo entre un noble ascendido a la cumbre de la escala social, como era el Almirante, Virrey y Gobernador y una campesina plebeya explica que no se casaran. Hubo un tiempo en que se intentó explicar esto acusándola de infidelidades, pero ni está demostrado ni fue así si se valoran los propios testimonios colombinos.
En un memorial del almirante de 1502, el descubridor encarga a su heredero Diego cuidar de ella como si se tratara de su madre:
“A Beatriz hayas encomendado por amor de mi, atento como tenías a tu madre: haya ella de ti diez mil maravedís cada año, allende de los otros que tiene en las carnicerías de Córdoba”.
Ese compromiso de 20 000 maravedís que debían proporcionar a Beatriz Enríquez no fue satisfecho con regularidad.
Al morir, Colón dejó su fortuna a Beatriz -Cristóbal Colón fue gobernador de las Indias Occidentales, correspondiéndole un 10% de los beneficios de los viajes debido a las Capitulaciones de Santa Fe-, aunque Beatriz nunca reclamó su herencia. Colón hizo que su primer hijo Diego la tratara como a su madre verdadera.