Álvaro Filgueira. Suite Información.- Desde que Óscar Puente se hizo cargo del Ministerio de Transportes, el ferrocarril español vive un deterioro sin precedentes. Incidencias continuas en trenes de Alta Velocidad, Cercanías colapsadas, pasajeros atrapados durante horas bajo frío o calor extremos… y, mientras tanto, el ministro mantiene una hiperactividad constante en Twitter, pero apenas da la cara cuando los trenes fallan. A lo que se suma su silencio ante el mayor escándalo político que salpica a su departamento: el “caso Ábalos”.
Octubre de 2023: arranca la era Puente… y los fallos no tardan
Óscar Puente tomó posesión como ministro de Transportes en octubre de 2023. Apenas unas semanas después, las Cercanías de Madrid y Rodalies en Barcelona comenzaron a sufrir un aluvión de averías y retrasos. En diciembre, el frío dejó a pasajeros atrapados sin calefacción en trenes averiados, y en enero de 2024, una oleada de cancelaciones en los trenes Avril generó indignación generalizada.
Según datos de Renfe y Adif, en 2024 hubo más de 10.000 incidencias en Rodalies y 951 en Cercanías Madrid, un récord histórico. ¿Reacciones desde el Ministerio? Silencio, tuits y alguna comparecencia en la que Puente llegó a ironizar: “Solo falta que digan que con Franco los trenes iban mejor”.
Verano de 2024: parones masivos y caos nacional
En agosto de 2024, un fallo masivo en la red eléctrica afectó a más de 20.000 viajeros en trenes de Alta Velocidad. El ministro compareció días después para “pedir disculpas”, pero sin anunciar medidas concretas. Mientras tanto, culpaba al “robo de cable” y a “sabotajes” como causantes del desastre.
Las críticas no tardaron en llegar desde todos los frentes, incluso de usuarios atrapados durante horas sin comida, agua ni información en pleno agosto. El relato de los pasajeros contrastaba con la actividad del ministro, centrado en defender al Gobierno en redes sociales o atacar a la oposición.
Invierno de 2025: trenes congelados, ministros ausentes
El frío volvió a dejar pasajeros atrapados en Galicia y Castilla y León. En Ourense, un tren Avril se detuvo en medio de la vía, con los pasajeros bajando a pie por el campo, sin luz ni calefacción. Las quejas de los sindicatos ferroviarios y de las plataformas de usuarios se multiplicaron: falta de personal, mantenimiento precario y ausencia de protocolos de emergencia eficaces.
Puente, sin embargo, siguió priorizando el combate dialéctico en redes: mensajes contra el PP, ironías sobre Vox y respuestas furibundas a cualquier periodista o usuario crítico. El caos ferroviario pasaba a segundo plano.
Verano de 2025: los trenes siguen parados… y Twitter más activo que nunca
El 30 de junio de 2025, un fallo en la catenaria volvió a paralizar la línea Madrid-Andalucía. Más de 6.000 personas quedaron atrapadas en trenes sin aire acondicionado ni atención. Una de ellas: un anciano de 84 años con insuficiencia respiratoria. La escena se repitió: desesperación de los viajeros, indignación en redes… y mutismo ministerial.
Solo cuando el escándalo ya estaba en todos los medios, Puente reaccionó. No para dar una rueda de prensa urgente ni para visitar a los afectados, sino con un nuevo tuit criticando al PP.
El fantasma de Ábalos y el silencio cómplice
Y todo esto, mientras el Ministerio que ahora dirige sigue envuelto en la investigación judicial más grave que se recuerda: el caso Ábalos, con su exasesor Koldo García acusado de cobrar mordidas por contratos públicos durante la pandemia, y el propio Ábalos investigado por el cobro de dietas millonarias exentas de impuestos.
La Guardia Civil ha registrado domicilios de ex altos cargos de Adif y Carreteras, buscando pruebas de adjudicaciones amañadas. ¿Y Puente? No ha aclarado públicamente qué medidas ha tomado para limpiar su departamento ni ha explicado por qué no se persona como acusación particular en el caso. Su prioridad parece ser contener el daño político, no garantizar transparencia institucional.
De ministro a comentarista de redes
En lugar de ejercer como gestor de una infraestructura crítica para el país, Óscar Puente ha asumido el papel de agitador digital. Su cuenta de Twitter es un campo de batalla diario donde responde a medios, se burla de la oposición y lanza titulares que eclipsan lo verdaderamente importante: cada semana hay ciudadanos tirados en estaciones, túneles o vagones abandonados.
Ni en invierno, con trenes helados. Ni en verano, con pasajeros asfixiados. Ni ante una red de Cercanías saturada. Ni frente a un escándalo de corrupción que afecta directamente a su ministerio. En ningún caso ha mostrado lo que se espera de un ministro: responsabilidad, humildad y gestión.