Hay fotos muy conocidas de la actriz, tomadas en los descansos de sus rodajes, en alguna biblioteca o incluso en su propio apartamento, en las que se la ve con obras como el Ulises de James Joyce o la poesía de Walt Whitman en las manos, los ojos clavados en sus páginas y un gesto de concentración a prueba de intrusos.

También otra en la que hojea un catálogo de Francisco de Goya. Sin embargo, ésa no es la única prueba de su interés por la cultura de España, porque ahora que se ha hecho público el catálogo de sus tesoros hemos descubierto dos libros de poesía que nos atañen, los que aparecen señalados con los números 264 y 268 y que son, respectivamente, una antología de poemas de Rafael Alberti y Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. Conociendo a Alberti, me puedo imaginar sin hacer ningún esfuerzo que de haberlo sabido, pocas cosas le habrían hecho tanta ilusión en su vida.
La colección privada de libros de Marilyn Monroe es apta para los paladares más exigentes y nos deja claro, para empezar, que era mucho más inteligente que los que hicieron la lista, en la que incluyen a Alberti y Lorca entre los “autores latinoamericanos”.
La aparición de Lorca y Alberti no hace más que agrandar la idea de que a Marilyn le interesaba España. Ceferino Carrión, el hostelero de Santander que era amigo suyo y dueño del restaurante La Scala, donde comía la estrella a diario, es conocido por ser quien le llevó a su casa la cena el 4 de agosto de 1962, la noche en que murió. En una conversación de hace un par de años con el periodista Sebastián Moreno, aparte de contar cómo le había presentado a Brigitte Bardot, con la que Marilyn al parecer fue encantadora, recordaba que la protagonista de La tentación vive arriba “leía mucho, hablaba a menudo de poetas españoles o de sus pintores favoritos, que eran Velázquez, Goya y Picasso”.
Si la frase “dime qué has leído y te diré quién eres” tiene algo de cierto, después de asomarnos a su biblioteca, tal vez sepamos algo más de Marylin, ese mito al que a veces uno tiene la sensación de conocer un poco menos con cada biografía suya que devora.

