Carlos Rodríguez Hurtado
Durante el sitio de Castelnuovo los españoles contraatacaron el campamento otomano. 600 españoles sorprendieron a los turcos que en algunos lugares fueron presa del pánico. La guardia personal de Barbarroja temió por su vida y lo llevaron a su galera junto al estandarte. El asedio de Castelnuovo se produjo entre el 18 de julio y el 7 de agosto de 1539 en el contexto de la lucha por el mar Mediterráneo durante las Guerras Tercios Españoles de los Habsburgo-otomanas. Castelnuovo, actual Herceg Novi, en Montenegro, había sido tomada por tropas de los tercios del ejército español el año anterior durante la campaña de la Liga Santa contra el Imperio otomano. La localidad amurallada fue sitiada por tierra y mar por un poderoso ejército otomano dirigido por Jeireddín Barbarroja, quien ofreció una rendición honorable a las tropas defensoras. Sin embargo, esta fue rechazada por el comandante español Francisco de Sarmiento : Vuestra alteza sepa que yo no osaré decir a mi maestre de campo la cosa del rendir, porque pienso que por ello me mataría, ni menos él lo osará decir a los soldados, porque pienso que lo mismo harían con él. Como los españoles no presentaban ánimos de rendirse, los turcos comenzaron a asediar la plaza con la finalidad de tomarla y acabar con esos hombres que rechazaban rendirse. Los españoles no se limitaron a esconderse tras los muros.
A pesar de su gran superioridad, y de que los defensores no disponían de alimentos frescos, por tener España solo unas decenas de galeras en la costa adriática italiana, los primeros asaltos a la fortaleza son un fracaso. A medida que avanzaban los trabajos de sitio, los españoles veían con preocupación como los turcos se acercaban cada vez más a las murallas. Para intentar retrasar estos trabajos, los españoles deciden llevar a cabo una de las noches una encamisada. Unos 800 españoles, con los blusones blancos sobre sus vestimentas, salen silenciosamente de las murallas y espada y daga en mano cogen por sorpresa a un gran contingente de jenízaros sus fuerzas mas letales al mando del capitán Agi, uno de los favoritos de Barbarroja, y acaban con todos, capitán incluido, retrasando los preparativos para el ataque a las murallas, produciendo una estampida que le costó a Barbarroja ser arrastrado por su guardia hasta donde se hallaba amarrada la flota para salvar su vida. Cuando los turcos asaltaron las ruinas, tras abrir batería, los supervivientes los recibieron, a punta de moharra, espada y vizcaína, repartiendo leña, obligándolos a retirarse de nuevo con grandes pérdidas. En el ataque principal de aquel día los turcos sufrieron 6.000 muertos, por solo 50 los españoles, si bien muchos morirían posteriormente de sus heridas.
Esta vez 600 españoles salen de los escombros de Castelnuovo y se adentran en el campamento turco, donde cunde el pánico, provocando una estampida de tal magnitud en las filas otomanas que derribaron entre otras muchas tiendas, la almiranta de Barbarroja. La guardia personal del Almirante, temiendo el desastre, lo trasladaron contra su voluntad y junto con los estandartes a la seguridad de los barcos de la flota situada en el fiordo. Ni siquiera cuando las estructuras defensivas se desmoronaron y los defensores quedaron reducidos a sólo 600 hombres Sarmiento y todos sus capitanes perecieron en los últimos combates. En la última retirada hacia una torre de la ciudadela, le tiraron desde lo alto una soga a Sarmiento para que subiese, a lo que éste replicó “Nunca quiera Dios que yo me salve y mis capitanes mueran”.
Poco después, los 200 españoles, en su mayoría heridos, que aún quedaban en pie fueron ejecutados allí mismo, poco después de los últimos combates, y el resto fueron enviados como esclavos a Constantinopla, de donde unos 25 escaparon años después en una barcaza, llegando a costas de Sicilia. Los turcos habían perdido la escandalosa cifra de entre 20 y 24 mil hombres, entre ellos todos los jenízaros. Era 6 de agosto de 1539.La valentía demostrada por los soldados de los tercios españoles fue elogiada en toda la Europa cristiana y se convirtió en tema de numerosos poemas y canciones.
ENGLISH
THERE NEVER WAS TRUCE FOR THE SPANISH.
#Taldiadehoy During the siege of Castelnuovo the Spanish counterattacked the Ottoman camp. 600 Spaniards surprised the Turks who in some places panicked. Barbarossa’s personal guard feared for his life and took him to their galley with the banner. The siege of Castelnuovo occurred between July 18 and August 7, 1539 in the context of the struggle for the Mediterranean Sea during the Habsburg-Ottoman Spanish Tercios Wars. Castelnuovo, present-day Herceg Novi, in Montenegro, had been taken by troops from the Spanish army the previous year during the campaign of the Holy League against the Ottoman Empire. The walled town was besieged by land and sea by a powerful Ottoman army led by Khireddín Barbarossa, who offered an honorable surrender to the defending troops. However, this was rejected by the Spanish commander Francisco de Sarmiento: Your Highness knows that I will not dare to tell my master of the field the surrender thing, because I think that for that he would kill me, much less he will dare to tell the soldiers, because I think they would do the same with him. As the Spaniards were not in the mood to surrender, the Turks began to besiege the square in order to take it and finish off those men who refused to surrender. The Spanish did not just hide behind walls.
Despite its great superiority, and the fact that the defenders did not have fresh food, since Spain only had a few dozen galleys on the Italian Adriatic coast, the first assaults on the fortress were a failure. As the siege work progressed, the Spanish watched with concern as the Turks drew ever closer to the walls. To try to delay these works, the Spanish decide to carry out one of the nights a jacket. Some 800 Spaniards, with white smocks over their clothes, silently leave the walls with sword and dagger in hand, taking by surprise a large contingent of Janissaries, their most lethal forces under the command of Captain Agi, one of Barbarossa’s favourites, and They kill everyone, including the captain, delaying the preparations for the attack on the walls, causing a stampede that cost Barbarossa to be dragged by his guard to where the fleet was moored for his life. When the Turks assaulted the ruins, after opening a battery, the survivors received them, at the point of moharra, sword and Biscayan, distributing firewood, forcing them to withdraw again with great losses. In the main attack that day the Turks suffered 6,000 dead, to the Spaniards only 50, although many would later die of their wounds.
This time 600 Spaniards emerge from the rubble of Castelnuovo and enter the Turkish camp, where panic spreads, causing a stampede of such magnitude in the Ottoman ranks that they knocked down, among many other stores, Barbarossa’s admiral. The Admiral’s personal guard, fearing disaster, moved him against his will and along with the standards to the safety of the fleet’s ships in the fjord. Not even when the defensive structures collapsed and the defenders were reduced to only 600 Sarmiento men and all his captains perished in the last battles. In the last retreat towards a tower of the citadel, they threw a rope to Sarmiento from above so that he would climb, to which he replied «God never wants me to be saved and my captains to die».
Soon after, the 200 mostly wounded Spaniards still standing were executed on the spot, shortly after the last fighting, and the rest were sent as slaves to Constantinople, from where some 25 escaped years later on a barge, reaching the shores of Sicily. The Turks had lost the scandalous number of between 20 and 24 thousand men, including all the Janissaries. It was August 6, 1539. The bravery shown by the soldiers of the Spanish Tercios was praised throughout Christian Europe and became the subject of numerous poems and songs.
