Paloma Postigo Pérez. Suite Información.– Por fin saqué mis botas negras y la cazadora nueva que combiné con los vaqueros de nueva temporada. Un acierto el vaquero de pata ancha y bolsillos delanteros, sientan bien a todas.
Encuentros inesperados y alguna que otra fotito para inmortalizar. Nada parecía haber cambiado en un lugar donde pasé el tiempo suficiente como para sentir que lo echaba de menos.
-Ayer …. O sea, al día siguiente:
Partidito de pádel como cada tarde y reunión en tercer tiempo, que le llaman.
La conversación gira en torno a las becas universitarias. Se supone que las becas son para aquellos que no pueden pagarse buenos estudios, sin embargo, lo que yo aprendí ayer no se estudia más que en un Tercer Tiempo.
Dos señoras en zapatillas de deporte, trabajos estupendos y vida económicamente holgada, hablando entre ellas con esa falta de educación hacia el resto que caracteriza a las personas que envejecen malamente.
La una, a la que llamaré loro amarillo, se interesaba mucho por el tema y la otra, a la que llamaremos loro Rojo, la informaba dándoselas de dueña del cortijo de becas universitarias.
Amarillo y Rojo no dejaban hablar a nadie, se miraban entre ellas y la complicidad era evidente. Coinciden en todo y con casi nadie.
Resumiendo, la finalidad: conseguir beca para un niño rico. Y ya os digo que no son de derechas.
Loro rojo pidió otra ronda para ella, lo que propició que se dejara llevar un poco más de la cuenta, hasta el punto de reconocer que llevaba de baja todo un año y su marido también, el cual apareció para tomar un algo con su querida mujer. ¡Tan ricamente!
Este señor será, para nosotros, el Señor Ocre.
Un chico de unos veinte años con patinete desgastado y un perro de agua se acerca a saludar muy educadamente, cuenta que está trabajando en el bar para pagarse sus gastillos, y que se va a dormir ya porque debe levantarse temprano para coger dos autobuses e ir a sus clases.
Ocre pide su caña y saluda. Habla de los viajes que han hecho durante este año y los tres lo pasan en grande sin pensar en la hora ya que mañana no trabajan.
Todo es felicidad, complicidad, “coloridad”.
-Y Ya es hoy: a las seis y media, hay partido.
Los jugadores no son loros ni tienen colores, son educados y trabajadores con y sin título universitario que cumplen con sus responsabilidades. Cada cual tiene sus creencias y sus opiniones con las que enriquecen a los demás porque se les escucha con educación e interés, aunque no estemos de acuerdo en todo.
Ni rojos, ni amarillos ni ocres, ni loros que mueven sus plumas para dejarse ver y provocar vientos de prepotencia, y tráfico de influencias.
…Mejor un perro de agua.


