Pedro I. Altamirano. Málaga, 21 diciembre 2022.- La historia nos dice que 20 de diciembre de 1973, la banda terrorista ETA asesinó, en un espectacular atentado, al que era Presidente del Gobierno español designado por el dedo directo del Jefe del Estado español Generalísimo Franco. ¿Pero fue ETA sola o en compañía de?
Franco quería perpetuar el régimen sabedor que su enfermedad no tenía marcha atrás y confió en su amigo íntimo y de confianza, el Almirante Luis Carrero, los destinos del régimen en un proceso que se sabía que habría que cambiar, pero de forma controlada y nadie mejor que el Almirante para liderar el país en caso de que Franco muriese.
Novelemos un poco. El Almirante Carrero era un ultranacionalista español, que ni quería bases de los Estados Unidos en España, ni se fiaba de Juan Carlos I, e importante, no quería, bajo ningún concepto devolver el Sáhara español al Reino de Marruecos. Estos temas, que no podrían tener importancia, la tienen en el contexto de la primera mitad de la década de los 70.
ETA entrenaba en la Argelia panarabista en la órbita de la extinta URSS junto a la banda armada del Frente Polisario. Hay que recordar que mientras ETA asesinaba en la península, el Polisario asesinaba a pescadores españoles en Canarias y trabajadores españoles en las minas de fosfatos en esa guerra que mantenía con España por el Sáhara.
Este detalle es importante ya que los Estados Unidos ayudaba, como siempre lo hace de forma histórica con Marruecos -Marruecos fue el primer país en reconocer la independencia de los Estados Unidos que, en correspondencia instaló su primera embajada en la ciudad de Tánger- más cuando Marruecos era y es, el único país que, bajo el reinado de la dinastía alauí, se resistía al expansionismo comunista totalitario que apoyaba el islamismo más radical y el terrorismo en África. Todo ello clarifica el mapa estratégico de los Estados Unidos para lo que necesitaba de su lado tanto a Marruecos como a España.
Henry Alfred Kissinger, de origen judío alemán, era por aquellos años como secretario de Estado durante los mandatos de Richard Nixon y Gerald Ford, dos presidentes de “aquí te quiero ver” en plena guerra fría. Ya tenemos todo los personajes de la novela.
Estados Unidos quería a España en la OTAN y la Unión Europea. Quería a una España democrática y para ello apostó por Juan Carlos I. A cambio de todo ello, España debía seguir apostando por las bases norteamericanas en España, y muy importante acabar con el conflicto del Sáhara con Marruecos. ¿Quién molestaba para esta operación? Exacto, el Presidente Luis Carrero Blanco. Muerto el perro se acabaron las pulgas.
En un túnel de la calle Claudio Coello de Madrid se colocan tres cargas antitanque equivalentes a cincuenta kilos de dinamita para hacerlas estallar cuando pasara el coche oficial del almirante Carrero Blanco después de asistir a misa. A las 8:55 de la mañana Carrero Blanco salía como todos los día del portal de la calle Hermanos Bécquer, donde vivía. Subía a su coche oficial, un Dodge 3700 GT negro, y enfilaba la calle López de Hoyo, entraba en la calle de Serrano y allí se paraba a oír misa diaria en la iglesia de los jesuitas.
Terminada la misa, de nuevo al coche, doblaba por Juan Bravo, enfilaba Claudio Coello, y por Diego de León se dirigía de vuelta a su casa, en Hermanos Bécquer, a desayunar antes de acudir a su despacho en la sede de Presidencia del Gobierno, en el paseo de la Castellana.
El coche no estaba blindado, a diferencia de los que utilizaba el general Franco, y solo llevaba un coche de escolta en el que viajaban dos policías y el conductor, también policía. En el coche de Carrero iba otro policía junto al conductor -era más un acompañamiento de protocolo o de cortesía que de seguridad.
La explosión, que acabó en el instante con la vida de Carrero Blanco, fue tan violenta que abrió un gran cráter en el asfalto y el coche, un Dodge 3700 GT de casi 1800 kilos de peso, voló por los aires y cayó en la azotea de la Casa Profesa, anexa a la iglesia donde había asistido a misa momentos antes.
El atentado estaba previsto para el día 18 de diciembre pero la “presencia en Madrid del secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger” obligó a aplazarlo al día 20, ya que la calle Claudio Coello está cerca de la embajada de los Estados Unidos, y por tanto en esos días era previsible que aumentaran las medidas de seguridad en esa zona de Madrid.
La historia, a partir de esa fecha la conocemos. Juan Carlos I fue Rey, las bases americanas no solo desaparecieron sino que se incrementaron, España devolvió el Sáhara a Marruecos en los acuerdos de Madrid, España entro en la OTAN y en la Unión Europea.
Las conexiones de Kissinger, la CIA y ETA son una trama que la dejo a su imaginación literaria que tenemos los españoles, único país del mundo donde hay más escritores que lectores, para que pongan a cada personaje en su sitio, y lo trame como mejor imagine. El puzzle está en sus manos.