VIDAS PRIVADAS
por : David Espriu
davide@mkrp.es
La presencia de Rebeca Fueyo la precede, infinidad de trabajos para revistas de moda, campañas internacionales, es una belleza serena y poderosa.
He buscado un lugar tranquilo donde poder charlar con ella, un café con sofás de cuero y luces ténues, estamos rodeados ambos de arte, esculturas de mármol y cuadros que inspiran a barroco.
Estamos lejos de flashes y pasarelas, lo primero que se desvanece es el tópico. No hay diva, ni aura de inaccesibilidad. Hay una mujer madura con una sonrisa cálida y una mirada que escucha de verdad.
La conversación, como la buena seda, nos fluye sin arrugas.
David: Rebeca, es un placer. Antes de empezar, déjame confesarte algo… al preparar esta charla, veía tus fotos, ese look impecable, y uno espera encontrarse con una especie de… diosa inalcanzable. Y sin embargo, aquí estás, con una sonrisa tan real que casi descoloca. Esa calma que proyectas… ¿siempre ha estado ahí o es un territorio conquistado a base de batallas en este
negocio?
Rebeca: (Ríe suavemente, tomando su taza de té). ¡Qué pregunta más buena para empezar, David!
La calma… (hace una pausa, reflexiva). No, no nací con ella. Es la armadura que teje una con los años y las caídas. Al principio, con 18 años, era puro nervio y miedo. Miedo a no estar a la altura, a que te digan que no, a ser invisible. La calma llega cuando por fin entiendes que no estás en una guerra contra los demás, sino en una conversación contigo misma.
David: Esa idea me resuena mucho. Es como si al final, el único juicio que importa es el propio. Y hablando de juicios, en una industria tan obsesionada con la juventud, cumplir años debe ser casi un acto revolucionario. ¿Lo sientes así? En tus fotos no hay huida, hay… una reafirmación.
Rebeca: Revolucionario… (asiente, con complicidad). Es la palabra exacta. No voy a mentir, llegó un momento en que mi agente me decía: “Rebeca, tenemos que hablar de la ‘transición’”. Como si
fuera una jugadora de fútbol que se retira. Y yo pensé: “¿Transición a qué? ¿A la invisibilidad?”.
Me negué. Me rebelé. Descubrí que mi valor ya no era ser un maniquí joven, sino una mujer con una historia que contar. Ahora las marcas que me buscan no quieren solo un cuerpo; quieren una narrativa. Y a los 40, ¡por fin siento que la mía es realmente mía!

David: Es poderosísimo escucharte. Se me ocurre que, en el fondo, has cambiado las reglas del juego. Has pasado de ser un objeto en la foto a ser la autora de la imagen. Eso debe dar un miedo espantoso, pero también libertad…
Rebeca: (Sus ojos brillan). ¡Exacto! El miedo lo tienes una vez. Cuando tomas la decisión de decir no” a lo que no te representa. El primer “no” es aterrador; piensas que se acabó tu carrera.
Luego… es adictivo. (Baja la voz, como compartiendo un secreto). La libertad más grande fue darme permiso para no ser perfecta. En una sesión hace poco, llegué con las arrugas de la almohada marcadas y le dije al fotógrafo: “Échame crema, no sea que se note que he vivido”. El resultado fue
de las fotos más honestas y elogiadas de mi carrera.
David: (Sonrío, captando la esencia). Eso es poesía visual. Estás destilando vida en un mundo que a veces solo vende ficción. Para terminar, Rebeca, en esa vida más allá del objetivo… ¿qué tesoro guardas que no tiene precio?
Rebeca: (Sin dudarlo). El silencio. Las mañanas en mi casa de Zurich, sola, con un libro y el sonido de los pájaros. Ese es mi lujo supremo. Después de tantos años de ruido, de órdenes, de ciudades gritonas… el silencio es el terreno donde me reconozco. Donde dejo de ser Rebeca Fueyo, la modelo, para ser simplemente Rebeca. Y créeme, no hay photoshop que pueda mejorar esa sensación.
Al despedirme de Rebeca, su imagen de portada se ha mezclado con la mujer real. Ya no son dos entidades separadas. Su éxito no se mide en contratos, sino en la paz con la que habita su propia piel. Una lección de elegancia, la que nace de la autenticidad. Rebeca Fueyo, nació en Sudáfrica aunque fue adoptada de muy pequeñita por un matrimonio catalán, desde entonces aporta música al idioma de Pompeu Fabra.
Actualmente y tras viajar por todo el mundo llamada por su estresada agenda, ha fijado su residencia en la ciudad de Zurich que alterna con Barcelona cuando visita a la familia y por trabajo,


