El cartel donostiarra con una triple mixta de difícil digestión, al que solo le faltaba un rejoneador y unos forcados portugueses, se la traía enganchado con pinzas cuando se anuncio oficialmente. Se sostenía únicamente por el poder actual en taquilla de Morante, en un cocktail de surtidos de imposible combinación y nula rivalidad, y a precios de Final de Copa del Rey.
Se cayó Morante del cartel desbaratando la única baza que mantenía ese castillo de naipes y de intereses comerciales de dudosa lógica. El 15/8 es una fecha puñetera con casi todos los primeros espadas contratados en alguna feria, pero con muchos jóvenes matadores en casa.
Era una oportunidad para Marco Pérez de rivalizar con otro cachorro de su generación o de buscar algún veterano con ganas de darse una vuelta por una Donosti en caída libre. La taquilla era insalvable, pues este nuevo niño prodigio no es El Juli, aunque le hayan contado otra historia diferente, y muy a nuestro pesar con la juvenil novedad no le basta y tiene un tirón limitado. Y el toque Olga Casado, empezando en esto, podrá quedar bien pero aporta poco con cuatro novilladas toreadas.
Más bien todo huele a cambalache entre amiguetes, de beneficios rápidos, que se han pasado de listos, de vivos, o de avariciosos, intentando colar lo que todavía no es más que un proyecto a precio de Morante Tres Jotas, y sacar la pasta que se pueda antes que se apague la vela a San Judas Tadeo. Menos de un tercio de plaza y sin cortar ni una peluda. El chaval no tiene la culpa, pero estás malas prácticas empresariales lo van a quemar antes de dar la vuelta de reconocimiento por El Jarama. Una decisión desacertada, tengan cuidado con el muchacho, y no lo pongan a los pies de los caballos. El Juli a esa edad llenaba hasta los tejados; las comparaciones son odiosas y los tiempos cambian. A Gary Cooper lo dejaron «Solo ante el peligro», pero era mucho aquel Gary Cooper. Seguro que alguien habrá tomado nota.