REDACCION. suiteinformación. M. Recio.- El equilibrio y la proporcionalidad son dos conceptos que tratados como cualidades personales adornan a una porción escasa de seres humanos. Rafael Manzano, ilustre arquitecto, habla al referirse a ello, de la “divina proporcionalidad” en los proyectos de construcción, es decir, reconoce la escasez de ella al tratarla como cualidad casi exclusiva de los dioses que en un momento determinado y solo así, pueden imbuir e inspirar al técnico en un trabajo concreto.
En el campo de la política española el equilibrio brilla por su ausencia. Parece mentira que personas leídas y estudiadas, a las que se les presume un nivel de formación medio alto, se comporten y expresen en la forma en la que lo hacen. La proporcionalidad es harina de otro costal. Está reservada en exclusiva a seres libres. Sin libertad no puede existir el sentido de la proporción, entre otras razones porque lo prohíbe quien manda y dirige tus acciones vitales.
Lo que está ocurriendo hoy en España es digno de estudio. Y la conclusión bien podría ser que esté país está dirigido por los protagonistas de la película titulada “El Planeta de los Simios”. En aquella saga, Cornelius, un líder o macho alfa, comienza a pensar, recordando a la teoría de la evolución. Un selecto y cercano grupo de simios empieza a seguirle y comportarse de manera similar a los humanos e imponen su razón por la fuerza al resto de la manada, que acata las órdenes del líder sin rechistar. Alguien duda de que si se presentara como candidato a la secretaria general del PSOE, el famoso protagonista Cornelius, ¿saldría elegido?.
Pues bien, ya tenemos a Cornelius de secretario general y presidente del Gobierno de España, ejerciendo su poder sobre monos y humanos. Los monos no piensan, el instinto les mueve, eran libres pero han aceptado la sumisión al jefe, no son libres y por tanto no tienen sentido de la proporción y lo racional. Hacen lo que les ordenan, votan sin pensar en el daño que pueden estar provocando a su país y a ellos mismos y siguen ciegamente a su líder que les engaña una y otra vez y les azuza contra los humanos con los que hay que acabar sencillamente por la razón de no aceptar un sistema impuesto que no respeta la ley más que cuando le conviene y trapichea con las instituciones con la única finalidad de perpetuarse en el poder.
Los monos siempre ganan porque utilizan armas y argucias que a los humanos les están prohibidas. Su jefe, Cornelius, miente a todos y actúa de forma autocrática, así gobierna con sus lugartenientes de doble ración, mientras el resto de la manada ni saben por qué les siguen y le vuelven a votar en cada comicio a sabiendas de que volverá a engañarles. Les han convencido de que el humano es un ser perverso, responsable de las subidas de precio, la inflación, el machismo y que mata a los simios por deporte. Votando a Cornelius evitan sobre todo, que Charlton Heston, en el papel de George Taylor, alcance el poder. La brutalidad farfullera de la bestia, frente a la proporcionalidad inteligente de un hombre equilibrado.
Anoche tuve un sueño. España era el planeta de los simios. Todo el poder concentrado en Cornelius, quien señalaba las estrellas; mientras los monos solo miraban su mano. M. Recio