Manolo Recio. suiteinformación.- “Se entiende por tauromaquia el conjunto de conocimientos y actividades artísticas, creativas y productivas, incluyendo la crianza y selección del toro de lidia, que confluyen en la corrida de toros moderna y el arte de lidiar, expresión relevante de la cultura tradicional del pueblo español”.
Si analizamos de forma pormenorizada el contenido de esta definición comprobaremos su parcial anacronismo, si observamos atentamente el desarrollo actual del mundo taurino. Es curioso que una actividad basada en la tradición y en reglas imperecederas, se transforme continuamente para que nada, de forma sólo aparente, cambie. Cambian los públicos pero no su paciencia, por que siempre esperan la conjunción mágica que todos los aficionados han vivido alguna vez, conocedores de que no están solo ante un deporte de alto riesgo. Esa es la grandeza del toreo. El toro no quiere coger, quiere matar, acabar con su enemigo, que con destreza y valor resulta victorioso en la arena. Pero a veces no es así.
El espada hace uso de los conocimientos adquiridos y su capacidad para componer una clase de arte cinético real.
En evolución continua, esas artes y maneras requieren un determinado oponente que permita su desarrollo y que debe ser coincidente con el gusto del público aficionado.
No es fácil conseguirlo. La selección y cría del toro bravo está en continua evolución y mejora. El ganadero es cada vez más exigente, afina más en el resultado de sus productos incluso en situaciones adversas.
Llegamos a la corrida de toros y su organización. Lo que rodea a la tauromaquia, término cada vez más científico, es puro taurinismo. Es necesario distinguir este término del significado del adjetivo taurino.
Antitaurinismo y taurinismo se dan la mano.
El antitaurinismo intenta por cualquier medio a su alcance dañar, incluso impedir el sagrado ritual de la tauromaquia desde fuera de las plazas.
El taurinismo la daña desde dentro con una reglamentación tan dispersa como farragosa. Alguien ve lógico y positivo la coexistencia de seis reglamentos taurinos distintos?. Las Comunidades de Andalucía, Navarra, País Vasco, Aragón y Castilla y León cuentan con normativa propia, junto al reglamento nacional que rige en el resto del país. Eso es taurinismo, igual que consentir que el titular del Ministerio de Cultura, del que dependen las corridas de toros desde 2011, Ernesto Urtasun, sea un declarado antitaurino, encargado por ley de la protección y promoción de la tauromaquia. Una broma de mal gusto y la peor noticia que podíamos tener para este inicio de temporada.
Un zorro vigilando el corral. Poco o casi nada ha evolucionado la organización y gestión como actividad empresarial de los espectáculos taurinos.
Los empresarios han abandonado para siempre esa figura respetable de aficionado altruista ,aunque alguno haya aún que presuma de serlo; los platos están servidos : taquilla, taquilla y más taquilla. El negocio del toro está basado en consolidar a un puñado de figuras y asegurar los ingresos haciendo combinaciones de esos elementos tomados de tres en tres. Punto. Recuerda a una especie de monopolio con forma de cárteles, donde nadie se atreve a sacar los pies del plato.
No olvidemos que todo acuerdo, decisión o recomendación colectiva, práctica concertada, o explotación abusiva por una o varias empresas de su posición de dominio que tengan por objeto, produzcan o puedan producir el efecto de impedir, restringir o falsear la competencia, son prácticas contrarias al sano y legal mercado de la libre organización de los diversos espectáculos taurinos. Taurinismo es verter gasolina en el fuego de las discordias cuando entre compañeros de profesión surgen desavenencias o malos entendidos, publicando falsas noticias.
En definitiva en este sublime y asombroso planeta de los toros quedan por modificar algunos aspectos que distorsionan la fiesta desde sus raíces y que en nada contribuyen al florecimiento y perpetuación de la tauromaquia en su sentido más glorioso. Manolo Recio