Enrique Ponce
Feliz Cumpleaños Maestro:
Un Caballero en el Ruedo.
Un Día Como Hoy
8 de diciembre pero de 1971
Vio la luz primera Enrique Ponce,
un torero de época,
nacido para la gloria…
“Ponce torea
como si pintara…”
Fernando Botero Pintor
y escultor colombiano.
«La Tauromaquia
es la pasión que nos une…»
Hagamos de éste 2022
el año más Taurino
a pesar de las adversidades…
Felipe de Jesús Estrada Ramírez.
Cronista de la Ciudad…
(Bibliografía al final del texto)


Nació en Chiva, Valencia, Alfonso Enrique Ponce Martínez, hijo de Enriqueta Martínez y Emilio Ponce, nació en una humilde familia de trabajadores y se hizo torero por obra y gracia de su abuelo materno, Leandro Martínez, quien cuando era un niño lo convenció para que abandonara sus sueños de ser futbolista y encaminara sus pasos hacia el toro… Don Leandro fue su gran apoyo e inspirador de toda su carrera y murió en el año 2013, a la edad de 100 años…
“Lo primero es que hay que estar tocado por la mano de Dios, que te da el talento; siempre he tenido mucha afición y afán de superación. He tratado de mejorar cada día y no estancarme. Insisto: talento y afición”… Enrique Ponce
Su tío-abuelo era matador de toros Rafael Ponce Navarro “Rafaelillo”… Los comienzos de Enrique Ponce son un ejemplo de precocidad en el toreo. Siendo un niño de ocho años, su abuelo Leandro Martínez, que también quiso ser torero e inculcó a su nieto la afición por el toreo, le lleva a torear su primera becerra. Un año después, con sólo nueve, mata su primer becerro. Su primera actuación en público se produce en Chiva en un festival benéfico cuando tan sólo tiene 10 años. Posteriormente participa en el concurso ‘Monte Picayo busca un torero’, donde todos los presentes quedan impresionados por la inteligencia, el desparpajo y el arte de un niño que a tan temprana edad ya se perfila como un superdotado de la Tauromaquia. Como triunfador de Monte Picayo, torea una becerrada en Valencia y sale a hombros por la puerta grande. Otra prueba de su precocidad es que a los diez años ingresa en la Escuela Taurina de Valencia y que a los doce, y ante la dificultad para torear en su zona, viaja a Jaén, donde torea un festival en Castellar de Santistéban. Allí conoce al que todavía es su apoderado, Juan Ruiz Palomares y debuta de luces en Baeza el 10 de agosto de 1986. Jaén es clave en la forja del niño torero porque le abre la posibilidad de torear mucho en el campo y participar en festejos sin picadores que se organizan en la zona. Ponce aprende bien el oficio y se prepara para la siguiente etapa de su carrera. Son sólo dos años los que separan la primera vez que torea de luces del debut con picadores, que tiene lugar en la plaza de Castellón el 9 de marzo de 1988 con novillos de Bernardino Píriz y Curro Trillo y José Luis Torres en el cartel. Esa tarde se muestra como un novillero con futuro y esa misma temporada se presenta en plazas de gran responsabilidad como Sevilla y Madrid, donde torea por primera vez el 1 de octubre de 1988. Esa temporada gana el Zapato de Oro de Arnedo, premio de gran prestigio entre los novilleros. El nombre de Enrique Ponce suena con tanta fuerza en su primera temporada como novillero que en la siguiente de 1989 ya lidera el escalafón menor con 59 novilladas. Enrique Ponce prueba la sensación de ser el primero, lugar del podio del que no ya no querrá bajar a lo largo de su dilatada carrera taurina. Su despedida de novillero se produce el 28 de febrero de 1990 en Las Navas de San Juan, pueblo jiennense donde más tarde adquiere su finca ‘Cetrina’ y unas semanas después, el 16 de marzo, toma la alternativa en Valencia de manos de José Miguel Arroyo ‘Joselito’ y con Miguel Báez ‘Litri’ como testigo. Los toros esa tarde son de Moura y el de la alternativa fue un sobrero de Puerta Hermanos de nombre ‘Talentoso’, número 21 de 505 kilos. Se acerca uno de los momentos claves en su vida taurina. Después de torear su segunda tarde en Valencia, Ponce sufre un parón en su carrera.

No torea hasta mayo, de nuevo en Valencia, y luego tiene que esperar hasta julio para verse de nuevo en los carteles de su tierra. Esa tarde del 28 de julio de 1990 en Valencia le coloca en el camino. El Soro y Roberto Domínguez se caen del cartel y Ponce, pese a su corto bagaje, decide matar la corrida en solitario. La lluvia se empeña esa tarde en poner las cosas más difíciles al joven torero, pero Ponce demuestra una solvencia propia de un matador experimentado y corta tres orejas. Los buenos resultados obtenidos en esta gesta le colocan en el punto de mira de todo el toreo. Esa tarde le vale además 20 contratos, entre ellos el de su confirmación en Madrid. ‘Farruco’ se llama el toro de la confirmación de alternativa y es del hierro de Diego Garrido, el 30 de septiembre de 1990 Rafael de Paula le cede los trastos en presencia de Luis Francisco Esplá. Enrique Ponce no rehusa torear corridas duras, en 1991 en San Isidro lidia una corrida de Cuadri. En su segunda tarde en esta feria madrileña da un nuevo toque de atención al cortar una oreja –la primera que obtiene en esta plaza- a un toro de Los Bayones, otro peldaño más hacia la cima… El 15 de agosto de 1991 se presenta como matador de toros en la Real Maestranza de Sevilla, a escasos cinco días de otra de sus tardes claves. El 20 de agosto acude a Bilbao para sustituir a Joselito en las Corridas Generales y le corta dos orejas a un toro de Torrestrella. La crítica es unánime y Ponce sale catapultado en una temporada en la que torea 53 corridas. Su paso por América es clave. Ya había debutado en enero de 1991 en San Cristóbal, resultando triunfador de la feria. Esto propicia que, una vez terminada la temporada en España, haga una campaña fuerte en ruedos americanos. Los éxitos se repiten en Manizales, Quito y Lima, entre otras ferias. 1992 va a ser el año de su consolidación. Comienza con una gran faena el día de San José en Valencia a un toro de Peralta que puede ver toda España a través de la televisión. En Sevilla cuaja a un toro de Cubero una faena que pudo ser de dos orejas de no fallar con la espada. Pero la tarde que definiría el comienzo del reinado de Enrique Ponce en el toreo sería la del 11 de junio de 1992. La corrida de la Beneficencia, con Manzanares y Rincón con compañeros de cartel y toros de Samuel Flores, supone la consagración de este torero. Enrique Ponce abre la Puerta Grande de Las Ventas por primera vez en su carrera. A partir de ese momento comienza una impresionante racha de triunfos entre los que cabe reseñar las tres orejas que corta en Bilbao y el indulto en Murcia de ‘Bienvenido’ de Jandilla, primero en España de una larga lista que le convierten en el torero que ha perdonado la vida a más toros en la historia. Octubre le depara una encerrona en Las Ventas, donde el día 1 mata seis toros de Sepúlveda sin el éxito esperado pero sin que nadie pueda hablar de fracaso dada la superioridad del torero. El 12 de octubre cierra la campaña en Sevilla dando dos vueltas al ruedo. Antes de que este año fundamental en su carrera concluya, Ponce viaja a México, en el coso más grande del mundo el 13 de diciembre de 1992 inicia una verdadera relación de amor. Ese día confirma la alternativa en la Monumental México con Guillermo Capetillo y David Silveti y toros de La Venta del Refugio. Aquí se produce su bautismo de sangre al resultar herido por el toro de la confirmación. Comienza la etapa en la que Enrique Ponce ejerce su reinado en la Fiesta. Son los años en los que el torero nacido en Chiva y forjado en tierras jiennenses se hace con el mando del toreo y no baja en ningún momento la guardia, demostrando una regularidad nunca antes vista en torero alguno. En 1992 comienza la etapa en la que el torero no baja de cien corridas por temporada. Logra un hito histórico al completar diez años superando esta cifra mítica en el toreo. Pulveriza, por tanto, el récord de Joselito El Gallo, que toreó tres años seguidos más de cien corridas. Este impresionante despliegue de capacidad torera se desarrolla entre 1992 y 2001. Su tope está en las 120 corridas que toreó en 1995. En 1993 se plantea batir el récord de El Cordobés, situado en 121 corridas, y sólo un percance en la plaza de Cieza le aparta de la hazaña. Por lo demás esa temporada está plagada de grandes faenas como la del indulto del toro Ganchero, propiedad de Espartaco, en Jerez, la del toro del Puerto de San Lorenzo en Madrid, la de Córdoba a un astado de Ana Romero, entre otras. Esta temporada, marcada por la competencia con Joselito, la concluye matando seis toros en Valencia con balance de cuatro orejas. Ya en las temporadas de 1994 y 1995 se habla de un Enrique Ponce más profundo y hasta los más críticos empiezan a reconocerle como una figura histórica. Es el momento de la consolidación, del afianzamiento más rotundo de su liderazgo en la Fiesta. La cantidad de festejos que torea no va en detrimento de la calidad de su toreo, que, muy al contrario, crece con el tiempo y la experiencia. Ser figura del toreo tampoco le aparta de asumir retos como los seis toros de Victorino con los que cierra la temporada de 1995 en Valencia. La de 1996 es una temporada histórica en cuyo horizonte se destaca como hito inolvidable la faena al toro ‘Lironcito’ de Valdefresno en Las Ventas el 27 de mayo de 1996. Este encuentro épico ha pasado a la historia como paradigma del toreo dominador y la entrega absoluta en el ruedo. La impresionante regularidad de Enrique Ponce y su crecimiento artístico le colocan en la cima. Poco a poco todos reconocen que está marcando una época en el toreo. Pero alcanzar esta meta del reconocimiento unánime no le relaja al torero, que persiste en su imparable ascenso. De este modo llega la tarde del 2 de mayo de 1997, donde en la tradicional corrida Goyesca abre por segunda vez la Puerta Grande de Las Ventas. Dos faenas de distinto corte a un toro de Juan Pedro Domecq y otro de Victorino colman las exigencias de la afición madrileña. Verano pletórico el de ese año. Ponce puntúa en todas las grandes ferias y realiza el gesto de matar una corrida de Miura en Linares en el 50 aniversario de la muerte de Manolete. Destacables también son el indulto de un toro de Juan Pedro Domecq en la plaza de Murcia y el rabo que le corta a un toro de Carmen Lorenzo en Salamanca, el último que se ha concedido en esta plaza. Muchos califican la de 1997 como la temporada más importante de su carrera, pero si se mira más adelante, se comprueba que las siguientes no le van a la zaga. Ejemplo de ello es la gran tarde que da en Bilbao en 1998 cuando, por lesión de César Rincón, mata tres toros de Atanasio con los que da una lección de capacidad lidiadora. También corta rabos en Linares y Murcia que dan idea de la continuidad de su gran momento. Tampoco baja la guardia en 1999, año en el que, entre otros muchos éxitos, consigue su sueño de abrir la Puerta del Príncipe de Sevilla. Lo logra la tarde del 26 de septiembre, en la despedida de Miguel Báez ‘Litri’. La de 2000 es la novena temporada en la que supera las cien corridas. Mantiene su cartel al alza y ratifica su condición de primera figura con una regularidad aplastante y triunfos como el indulto de un toro de Buenavista en Málaga, otro en Jaén y las cuatro orejas que corta en la Monumental México en una misma tarde. Y por fin llega el año 2001 y con él un hito histórico que será difícil superar. Ponce culmina su décima temporada toreando cien tardes, una auténtica carrera de fondo que celebra cuajando una campaña a más. Entre otros muchos logros, indulta un toro de Victoriano del Río en Nimes –primero que se indulta en Francia-, arrolla en agosto –tres orejas en Bayona, un rabo en El Puerto de Santa maría, tres orejas en Almería…- y cierra de forma apoteósica en Jaén. Ponce está en plenitud. Nadie puede negar a estas alturas que la Fiesta disfruta de uno de los grandes de la Tauromaquia de todos los tiempos.


Con la llegada del nuevo milenio y después de fulminar todos los récords del toreo, Enrique Ponce cambia de planteamiento. Es el momento de bajar el número de actuaciones y de las 100 corridas de 2001 pasa a 56 en 2002. Ponce ha dominado por completo la década de los 90 y llega la hora de bajar el ritmo. Bajar en cantidad, que no en calidad. Dos percances graves también condicionan este descenso de festejos. Ponce cae gravemente herido en la Feria de Abril y, más tarde, en León. Esta cornada le afecta al pulmón y está a punto de costarle la vida. Es, sin duda, el más grave de su vida. Prueba de esta última afirmación es que Las Ventas se encuentran el 24 de mayo de 2002 con un torero más reposado y ‘asolerado’. Esa tarde Ponce, que prácticamente reaparecía tras el percance de Sevilla, corta tres orejas a toros de Pereda y Javier Pérez Tabernero y abre por tercera vez la Puerta Grande de Madrid.

Los aficionados madrileños disfrutan de la plenitud de Ponce, como también lo hacen, entre otros cosos, en Córdoba, El Puerto, Almería, Dax, Granada , Jaén y, ya en noviembre de ese mismo año, México, donde repetirá éxito a comienzo de 2003.
Todos hablan de que Ponce ha depurado su toreo y de que está en su cénit artístico. En 2003 torea 79 corridas en las que sigue mostrándose como un torero necesario y de obligada referencia para los más jóvenes. En agosto de ese año incrementa su lista de toros indultados con uno de Torrestrella al que perdona la vida en El Puerto de Santa María. Otra vez arrolla ese mes con tres orejas en Bayona, Almería y Dax y dos en Málaga, Beziers y Nimes, entre otros triunfos de peso. La leyenda de un torero inagotable, inasequible al desaliento, no para de crecer en los últimos años. 2004 lo cierra con 60 corridas y vuelve a mostrar su contundencia en momentos como la feria de Fallas, en la que corta cinco orejas en dos tardes. Vuelven los indultos, esta vez en Nimes le perdona la vida a un toro de Juan Pedro Domecq. Y de nuevo México es plaza talismán con las tres orejas en una misma tarde. Pero es a final del año 2005 cuando coloca el listón más alto en el coso de Insurgentes. Nada menos que cuatro orejas y un rabo se apunta en la tarde del 6 de noviembre como culminación a un año en el que de nuevo se habló de lo aquilatado de su toreo y de su incombustible capacidad. Si hay una tarde que hable muy a las claras de la plenitud de Enrique Ponce es la del 21 de abril de 2006. Ese día la Maestranza se estremeció ante el paso arrollador de una de las más grandes figuras de todos los tiempos. Nadie sabe qué hubiera pasado si Ponce mata a aquellos toros de Zalduendo. Lo claro es que la Maestranza se rindió a su magisterio y su arte. Ponce, por fin, entró en la afición sevillana para quedarse en su corazón. Esa tarde le dio alas para afrontar una nueva temporada plagada de faenas cumbres y, de nuevo, dos indultos, en Murcia y Espartinas. Situado en el olimpo de la Tauromaquia, Ponce sigue su camino. Mira hacia el futuro de una Fiesta a la que todavía le queda mucho que aportar. Desde Taribero del hierro del Prado aquel 24 de enero de 1992 hasta Fantasía de Juan Pedro Domecq en la Plaza de toros de El Puerto de Santa María el Sábado, 10 de agosto de 2019 Ponce ha indulta más de 50 toros y en 1995 y 2009 vio cómo asomaba el pañuelo naranja al tapiz presidencial después de una faena suya hasta en cinco ocasiones… Ha salido cuatro veces por la puerta grande de Las Ventas en 1992, 1996, 2002 y 2017. El valenciano ha recibido, la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, en 2007 siendo el primer matador de toros en activo que consigue dicho galardón. Se le concedió el Título de académico en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Es el primer torero académico de la historia. Se casó en la Catedral de Valencia, el 25 de octubre de 1996, con Paloma Cuevas Díaz hija de Victoriano Valencia. El torero la describe como “el gran apoyo que he tenido durante todos estos años, es mi vida”. En octubre de 2007 la pareja anunció, tras varios años de matrimonio, que serían padres en primavera. El 27 de abril de 2008 nace su primera hija llamada Paloma como su madre. Su segunda hija Bianca nació el 9 de enero de 2012. Actualmente Ana Soria es pareja sentimental del maestro de Chiva.
Enrique Ponce
no tiene nada que demostrar,
ha sido una de las primeras figuras
de la tauromaquia mundial…